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Expectativas previas a la cumbre europea

Dentro de dos días se inicia en Roma la que debería ser una cumbre decisiva para el futuro del euro. Es decir, una de las ya tradicionales cumbres decisivas que se vienen celebrando desde hace dos años en Europa. Tras la última reunión del G20 se generaron ciertas expectativas optimistas, sin embargo, la división entre Francia –reacia a ceder poder político a Bruselas- y Alemania –inflexible a aportar nuevos recursos sin una mayor capacidad de control- las está rebajando.

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Sí parece seguro que se dé el visto bueno al plan para el estímulo del crecimiento dotado con 130.000 millones (1,0% del PIB de la UE), pero hay un mayor escepticismo en cuanto a que se logren aprobar reformas de verdadero calado.

El documento de trabajo para este Consejo Europeo parece que va a incluir propuestas muy ambiciosas para su discusión, pero en ninguna de ellas se ha creado aún el suficiente consenso. Las más relevantes serían:

Primeros pasos para un Tesoro común.

– Se contempla la posibilidad de dotar a Bruselas de la capacidad de reformular los presupuestos nacionales para los países de la UEM que incumplan los objetivos de déficit y deuda, actuando como una especie de ministerio de finanzas europeo. En la reforma del pasado año ya se obligaba a los países a mandar a Bruselas sus presupuestos para su supervisión antes de que fueran debatidos en sus respectivos parlamentos nacionales, pero ahora se le quiere dotar, además, de poder para imponer cambios. En definitiva, se trataría de delegar la última palabra en materia fiscal a la Comisión.
– Los nuevos poderes fiscales de Bruselas también podrían incluir la fijación de topes máximos anuales de deuda y de déficit. Si un país necesitase incrementar su endeudamiento por encima de esos límites necesitaría la aprobación del resto de los gobiernos de la UEM.

Pasos limitados y temporales hacia la mutualización de deuda. Para reducir los costes de financiación de los países más endeudados podrían discutirse, además de alguna medida de corto plazo -compras de bonos por el mecanismo de rescate europeo-, otras dos iniciativas complementarias más ambiciosas:

– La emisión limitada de deuda a corto plazo (euroletras). Actualmente, el mercado de letras tiene un tamaño en la UEM de unos 600.000 millones (el 6% del PIB), pero su importancia relativa difiere mucho entre países. Por ejemplo, en Alemania y algunos estados pequeños no alcanza el 2% del PIB, mientras que en España supera el 6% y en Italia el 10%.

-La creación de un fondo de eliminación de deuda (propuesto por economistas alemanes), que permitiría mutualizar la deuda de los países de la UEM que exceda el 60% de su PIB para su cancelación en un plazo de 20-25 años. Este fondo podría situarse entre 2,3 y 3 billones de euros dependiendo si se incluye sólo la deuda del gobierno central o de todas las administraciones públicas. En este segundo caso, la deuda italiana supondría algo más del 33% del total de dicho fondo, la alemana un 19% y la española un 7%.

Pasos hacia la unión bancaria. Las propuestas podrían incluir ideas bien conocidas:

-Permitir que el mecanismo de rescate recapitalice directamente las entidades financieras.
-Crear un regulador y un supervisor común.
-Crear un Fondo de Garantía de Depósitos común.

Parecen objetivos demasiado ambiciosos para lograr consensos, cuando sólo quedan un par de días para el Consejo Europeo; pero después llega el verano, con la tradicional volatilidad en los mercados financieros, por lo que sería una temeridad no dar señales contundentes de avance en el proceso de construcción europea.