La reunión de política monetaria del Banco Central Europeo (BCE) del jueves, como se esperaba, no ha aportado novedades. El tipo de intervención, tras sendos recortes de 25 pb en noviembre y en diciembre, se ha mantenido en el mínimo histórico del 1% y no se han hecho nuevos anuncios de inyección de liquidez, tras las acciones de diciembre. Señala cierta estabilización de los mercados y la economía en las últimas semanas, a la que habría contribuido la reciente inyección de liquidez a tres años. El BCE confía en una elevada participación en la segunda subasta a tres años (29 de febrero) y anima a los gobiernos a acelerar las reformas fiscales y estructurales.
Perspectivas de futuro
¿Misión cumplida? Por desgracia, no es lo más probable. El propio BCE se deja abierta la posibilidad de recortes adicionales de tipos, pues se reconoce que los riesgos económicos siguen sesgados a la baja y se espera que la inflación vuelva a descender por debajo del 2% en los próximos meses. En consecuencia, teniendo en cuenta la fragilidad que persiste en las finanzas soberanas y bancarias, sin solución previsible a corto plazo, y que la zona euro se encuentra en plena recesión (ha habido contracción del PIB en el cuarto trimestre de 2011 y probablemente la habrá también en el trimestre en curso), parece probable que el BCE recorte aún más su tipo de intervención (y las facilidades de depósito y crédito) en febrero o en marzo, hasta el 0,75%, permitiendo que el tipo interbancario a un día se aproxime al 0%.
Sería una excelente señal que no hiciese falta nada más. Que las dos inyecciones de liquidez a largo plazo, junto a las reformas institucionales europeas, la aportación del FMI y los ajustes y reformas de los países de la periferia, restaurasen la confianza perdida de los inversores en la deuda soberana y en el sistema financiero. Confianza que permitiría una gradual recuperación del crecimiento económico y de la estabilidad de las economías del euro a partir de la segunda mitad del año.
El riesgo, sin embargo, es que el incumplimiento de objetivos económicos y fiscales, la ausencia de mecanismos de protección financiera suficientes y el contagio del proceso de reestructuración de la deuda griega den nuevas alas a la crisis financiera, de manera que el BCE no tenga otra alternativa que aumentar de manera sustancial la escala de su programa de compra de deuda pública.
Nota: El cuadro que aparece en este post esá elaborado por el diario El País
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