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Tal como señalábamos el martes el Banco Central Europeo (BCE) ha reducido hoy los tipos de interés en 0,25%, dejándolos en el 1%. La debilidad económica de la Eurozona es patente. A estas alturas ya se puede adelantar que la actividad en la Eurozona está estancada. El BCE ha rebajado hoy su previsión de crecimiento para el año que viene. En este contexto, el riesgo de tensiones inflacionistas en el conjunto de la Eurozona, a corto plazo, parece muy limitado. Aún así, las empresas están perdiendo competitividad debido a que el euro sigue muy apreciado y al diferencial tecnológico de Europa con EEUU. Como consecuencia la Eurozona sufre una parálisis económica con disminución de la demanda de sus productos lo que no nos permite aumentar la producción ni la contratación de mano de obra, lo que puede hacer que el paro siga aumentando. Los índices de clima económico, de confianza y de gestores de compras siguen a la baja de manera que parece que la recuperación se retrasará hasta el 2013 para, eso sí, acelerarse conforme nos adentremos en el  2014.

 En estas condiciones ¿la rebaja de los tipos de interés del BCE tendrá efecto en la economía europea? La respuesta sería afirmativa si Europa estuviese sufriendo solo una crisis de insuficiencia de demanda agregada y existiese, por tanto, capacidad productiva ociosa.  

Pero los problemas de Europa, especialmente de los países periféricos son fundamentalmente estructurales y no de insuficiencia de demanda agregada: excesiva regulación de los mercados, incluido el de trabajo, falta de competencia, sistema financiero enfermo, impuestos excesivamente altos, gasto público desmadrado, etc. Por tanto, la bajada de tipos, realizada hoy, aunque ayude no es la solución ya que no garantiza el aumento del crédito de los bancos a los consumidores e inversores; además estos agentes tampoco piden mucho crédito por las bajas expectativas económicas.

Esta es una crisis estructural y de confianza, basada en la incertidumbre y generada por el excesivo endeudamiento, la falta de crédito, la rigidez del mercado laboral y la falta de competitvidad de muchos países eurozónicos. Estos problemas junto con la desastrosa situación de falta de liderazgo europea no se soluciona solo con medicina monetaria. De ahí que haya que esperar a la reunión de Jefes de Estado y de Gobierno de mañana y pasadomañana en Marsella para saber si los problemas de la Eurozona se solucionan.  

Eso sí, el cuento la lechera dice que una rebaja en el precio del dinero podría abaratar las condiciones de endeudamiento rebajando los costes financieros de las empresas y de las familias lo que podría aumentar la renta disponible de la economía facilitando en alguna medida el crecimiento y el empleo. Las verdaderas soluciones para Europa son estructurales y o se acuerdan este fin de semana o caeremos en el abismo.

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