WP_Post Object ( [ID] => 12070 [post_author] => 3534 [post_date] => 2011-11-28 12:08:55 [post_date_gmt] => 2011-11-28 11:08:55 [post_content] => A falta de informaciones más concretas parece que Merkel y Sarkozy ultiman un plan para crear un “club de supereuropeos” en el que estarían además de Francia y Alemania, Austria, Holanda y Finlandia. Según los últimos rumores (repito que hasta la fecha no hay más que rumores), estos cinco países emitirían el equivalente a unos eurobonos pero avalados sólo por los cinco Estados Miembro, es decir, unos súper-eurobonos. El tipo de interés, ligeramente superior al que paga ahora Alemania, rondaría el 2,5%. Estos países utilizarían su elevada reputación en los mercados financieros (la deuda de todos ellos tiene la calificación triple A) para financiarse a costes bajos y para evitar el contagio desde los países periféricos. También, estos “súper-eurobonos” podrían servir para atraer fondos con los que ayudar a países en problemas siempre y cuando estos países cumplan con unos requisitos presupuestarios y con un paquete de reformas necesarias. Se trataría de diseñar un nuevo Pacto de Estabilidad sin necesidad de reformar tratados y con más garantías de ser cumplido ya que su incumplimiento conllevaría el cierre del grifo de la financiación a bajo coste. Pero, ¿en qué modifica este pacto la realidad existente? En mi opinión no mucho, o al menos, y a falta de más detalles, no se ve claro qué novedades aporta. En primer lugar, ya es cierto que los países más disciplinados se financian a costes más bajos. También, ya ocurre que países como Grecia reciben ayuda si y sólo si cumplen con lo pactado y aún así no queda claro que Grecia quiera o pueda cumplir, con lo que la inestabilidad persiste. El electorado de cada país está fijando los límites a cuánto sudor y lágrimas está dispuesto a padecer a cambio de la ansiada financiación. Esto es así ahora y lo seguirá siendo con o sin los súper-eurobonos. Finalmente, es cierto que Alemania ha empezado a temer por un posible contagio cuando la semana pasada sus nuevas emisiones de bonos se colocaron a un interés creciente. Pero no olvidemos que en ese caso los mercados han empezado a descontar el impacto negativo que sobre Alemania tendría una ruptura del euro y/o una quiebra de los gobiernos italiano y español. La nueva propuesta no modifica en lo sustancial este escenario más pesimista. De hecho, la propuesta de los súper-eurobonos parece a primera vista que abre una grieta en el seno del euro al crearse una división entre dos grupos de países. Lo único que puede aliviar a los mercados es que Alemania permita al BCE abrir el grifo de la financiación sin límites. Quizás Alemania esté presentando a la opinión pública un plan ambiguo en su contenido pero que le permita justificar su cambio de actitud y permita finalmente al BCE actuar. O lo hace o nos hundimos todos. Si lo hace, el problema del riesgo moral (de que los países no cumplan con sus promesas) está servido. Si este miedo se convierte en realidad, la monetización no tendría vuelta atrás y la inflación sería el precio a pagar por salir de esta crisis. A estas alturas la mayoría opinamos que éste sería un mal menor. [post_title] => ‘Merkozy’ [post_excerpt] => [post_status] => publish [comment_status] => open [ping_status] => open [post_password] => [post_name] => merkozy [to_ping] => [pinged] => [post_modified] => 2023-12-13 13:55:15 [post_modified_gmt] => 2023-12-13 12:55:15 [post_content_filtered] => [post_parent] => 0 [guid] => https://economy.blogs.ie.edu/?p=12070 [menu_order] => 0 [post_type] => post [post_mime_type] => [comment_count] => 1 [filter] => raw )
A falta de informaciones más concretas parece que Merkel y Sarkozy ultiman un plan para crear un “club de supereuropeos” en el que estarían además de Francia y Alemania, Austria, Holanda y Finlandia. Según los últimos rumores (repito que hasta la fecha no hay más que rumores), estos cinco países emitirían el equivalente a unos eurobonos pero avalados sólo por los cinco Estados Miembro, es decir, unos súper-eurobonos.
El tipo de interés, ligeramente superior al que paga ahora Alemania, rondaría el 2,5%. Estos países utilizarían su elevada reputación en los mercados financieros (la deuda de todos ellos tiene la calificación triple A) para financiarse a costes bajos y para evitar el contagio desde los países periféricos. También, estos “súper-eurobonos” podrían servir para atraer fondos con los que ayudar a países en problemas siempre y cuando estos países cumplan con unos requisitos presupuestarios y con un paquete de reformas necesarias. Se trataría de diseñar un nuevo Pacto de Estabilidad sin necesidad de reformar tratados y con más garantías de ser cumplido ya que su incumplimiento conllevaría el cierre del grifo de la financiación a bajo coste.
Pero, ¿en qué modifica este pacto la realidad existente? En mi opinión no mucho, o al menos, y a falta de más detalles, no se ve claro qué novedades aporta. En primer lugar, ya es cierto que los países más disciplinados se financian a costes más bajos. También, ya ocurre que países como Grecia reciben ayuda si y sólo si cumplen con lo pactado y aún así no queda claro que Grecia quiera o pueda cumplir, con lo que la inestabilidad persiste. El electorado de cada país está fijando los límites a cuánto sudor y lágrimas está dispuesto a padecer a cambio de la ansiada financiación. Esto es así ahora y lo seguirá siendo con o sin los súper-eurobonos.
Finalmente, es cierto que Alemania ha empezado a temer por un posible contagio cuando la semana pasada sus nuevas emisiones de bonos se colocaron a un interés creciente. Pero no olvidemos que en ese caso los mercados han empezado a descontar el impacto negativo que sobre Alemania tendría una ruptura del euro y/o una quiebra de los gobiernos italiano y español. La nueva propuesta no modifica en lo sustancial este escenario más pesimista. De hecho, la propuesta de los súper-eurobonos parece a primera vista que abre una grieta en el seno del euro al crearse una división entre dos grupos de países.
Lo único que puede aliviar a los mercados es que Alemania permita al BCE abrir el grifo de la financiación sin límites. Quizás Alemania esté presentando a la opinión pública un plan ambiguo en su contenido pero que le permita justificar su cambio de actitud y permita finalmente al BCE actuar. O lo hace o nos hundimos todos. Si lo hace, el problema del riesgo moral (de que los países no cumplan con sus promesas) está servido. Si este miedo se convierte en realidad, la monetización no tendría vuelta atrás y la inflación sería el precio a pagar por salir de esta crisis. A estas alturas la mayoría opinamos que éste sería un mal menor.
Comentarios