Sólo tres días después de los acuerdos del Consejo Europeo, unas declaraciones del primer ministro griego han puesto en riesgo todo lo consensuado el pasado jueves de madrugada, que había costado casi cuatro meses de duras negociaciones. La intención del gobierno griego de someter a referéndum los compromisos adquiridos con Europa y el FMI reactiva, de nuevo, la crisis de deuda en la UEM.
El daño en la confianza de los agentes puede ser muy relevante, al ponerse de manifiesto que cualquier país de la UEM, incluso el más débil, puede echar por tierra un costoso acuerdo de forma unilateral. Además, abre un escenario que los mercados, prácticamente, habían descartado (“default desordenado”) con consecuencias potenciales muy traumáticas.
No sólo se ha perdido todo lo ganado con el optimismo que generó el acuerdo, sino que se ha ido más allá. En concreto, en el mercado de deuda estamos asistiendo a un nuevo escalón en las tensiones de las primas de riesgo, con Italia superando los umbrales de intervención, que ya forzaron los rescates de Irlanda y Portugal, y con Bélgica alcanzando nuevos máximos históricos.
En el ámbito político, las reacciones se han sucedido rápidamente: tras la perplejidad inicial, Alemania y Francia han programado una reunión de emergencia para esta tarde y la UE rechaza la posibilidad de renegociar las condiciones del segundo plan de rescate a Grecia y, lo más importante, bloqueará la entrega del sexto tramo de ayuda del primer plan de 8.000 millones de euros. Sin esta financiación Grecia no podrá hacer frente a sus gastos corrientes en noviembre y tendrá dificultades, incluso, para refinanciar las letras que le vencen los días 11 y 18 de noviembre por 3.600 millones. Por tanto, a corto plazo, lo más probable es que Grecia se viese obligada a declarar una suspensión de pagos y, posteriormente, que no pueda hacer frente a los vencimientos de deuda que tiene en diciembre por importe de 12.000 millones de euros. En definitiva, los primeros que sufrirían el inesperado giro del gobierno griego serían sus propios ciudadanos y no los acreedores privados.
Por otro lado, este acontecimiento va a condicionar el encuentro del G20 del jueves-viernes que, probablemente si nadie lo remedia, acabará siendo una tercera cumbre sobre Grecia.
¿Qué escenarios se abren?
Optimista.
• Marcha atrás del gobierno griego: no se hará referéndum. Previsiblemente, la situación podría reconducirse, aunque no al punto del pasado jueves porque la confianza ha sufrido un serio deterioro.
Pesimistas.
• Que se haga el referéndum y se apoye el acuerdo de rescate. Las consecuencias más probables serían una fuerte inestabilidad en los mercados financieros (especialmente en deuda pública) hasta su celebración, prevista para diciembre. El principal interrogante es si la UEM mantendrá a Grecia a flote hasta la fecha de celebración y si Italia aguantará en las actuales condiciones de mercado.
• Que se haga el referéndum y no se apoye el acuerdo de rescate. A las consecuencias anteriores habría que sumar un impago incontrolado de Grecia sin descartar, incluso, su salida del euro, el posible rescate de otros países periféricos y el aumento de las presiones sobre Francia.
En este contexto, sólo el BCE tiene capacidad suficiente para contener las tensiones sobre la deuda periférica hasta que los políticos logren encauzar la situación. Por otro lado, el G20 también podría contribuir de forma positiva con un contundente apoyo financiero a la UEM, independientemente de los escenarios que se concreten para Grecia. Ello permitiría preparar una respuesta más eficaz y ayudar a recuperar la confianza. Pero cada vez la solución parece más complicada, en un contexto económico que no apoya, como pusieron de manifiesto ayer las previsiones de la OCDE para la UEM en 2012 (0,3%).
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