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Dic

Ayer celebró la Reserva Federal (Fed) su reunión periódica de política monetaria y de su comunicado oficial no se extraen consecuencias novedosas: la economía se recupera demasiado lentamente para generar empleo, la inflación subyacente continúa muy baja, los tipos seguirán en mínimos (objetivo para el interbancario a un día entre el 0% y el 0,25%) durante un período prolongado y se mantiene el programa de compra de bonos del Tesoro (QE2). Precisamente la magnitud de este programa —75.000 millones de dólares al mes durante ocho meses, hasta acumular 600.000 millones— se ha utilizado frecuentemente para reprocharle al BCE su escasa capacidad de reacción para afrontar la crisis de la deuda soberana periférica. ¿Hasta qué punto es justa esta crítica?

La Fed reduce sus previsiones de crecimiento

En las últimas dos semanas el BCE ha aumentado la escala de sus compras de bonos soberanos en el marco del su programa Securities Market Programme (SMP). Esas compras ascendieron la semana pasada a más de  2.600 millones de euros, máximo desde finales de junio, si bien cantidad aún muy inferior a las registradas al comienzo del programa en mayo. Desde mediados de ese mes las compras acumuladas ascienden a 72.000 millones de euros, cantidad que a primera vista resulta ridícula en comparación con el ritmo de compras de la Fed.

Sin embargo, hay que tener presente que las intervenciones del BCE europeo no tienen como objetivo el conjunto de la deuda pública de la zona, sino sólo la deuda de los llamados países periféricos, aquella cuyas primas de riesgo se han disparado. Se trata de compensar la presión al alza que sufren las rentabilidades de sus emisiones de deuda, sin afectar al conjunto de la política monetaria ni a la deuda del resto de países.

En este sentido, el saldo actual de los bonos de Grecia, Irlanda, Portugal y España no llega a los 900.000 millones de euros, lo que contrasta con los más de 6,3 billones de dólares del Tesoro de EEUU. En consecuencia, el objetivo de compras de la QE2 es equivalente a menos del 10% de ese saldo, mientras que un nivel comparable de intervención en el mercado de la deuda periférica europea ascendería a poco más de 80.000 millones de euros, sólo 10.000 millones más de lo que el BCE lleva realizado desde mayo. Dicho de otra manera, el equivalente a las compras de 75.000 millones de dólares al mes de la Fed serían unos 10.000 millones de euros en el caso del BCE, ritmo que se superaría con el nivel de compras de la semana pasada. Además, hay que tener en cuenta que una razón para que el BCE no anticipe, como la Fed, su volumen de compras es que no puede prever qué bonos van a precisar ayuda en el futuro. Si, por ejemplo, se viese obligado a incluir a Italia entre sus objetivos (su mercado más que duplica la suma de los otros periféricos), la escala de las intervenciones tendría que aumentar sustancialmente.

A la luz de esta reflexión, las peticiones de intervenciones billonarias del BCE escuchadas en las últimas semanas resultan manifiestamente desproporcionadas.

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