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¿El poder corrompe?

Hace unos días reflexionábamos en este blog (ver el post  La última cima [1]) sobre como en ocasiones se producen abusos de poder. Lo hacíamos comentando la película «La última cima» y el artículo publicado por Wall Street Journa titulado  The Power Trip [2]. La película lleva en cartel desde el mes de junio y todavía la puedes ver.

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Hoy vamos a comentar con más profundidad el contenido del artículo que fue publicado en agosto. El artículo comienza explicando que cuando Mark Hurd renunció el 6 de agosto de este año a la presidencia de Hewlett-Packard por violación de las normas éticas de la empresa, mucha gente se mostró sorprendida. Después de todo, Hurd parecía un ejecutivo inusualmente eficaz y de moral estricta. El artículo, en cambio, dice que la gente no debería haberse sorprendido tanto.

El abuso de poder

Desgraciadamente es cada vez más habitual que personas que se encuentran en posiciones de poder como ejecutivos de empresas, políticos, profesores, médicos y policías sean acusados de abuso de poder, prevaricación, escándalos de prostitución y otras formas de corrupción. No se trata de simples anécdotas: varias encuestas revelan que desgraciadamente la inmensa mayoría de los comportamientos corruptos, hipócritas y maleducados viene de la gente con más autoridad.

La paradoja del poder

Los estudios muestran que la mejor manera de acumular poder o de llegar a ejercer autoridad es siendo «buena persona», es decir,  haciendo a los demás lo que nos gustaría que nos hicieran a nosotros. Pero esos mismos rasgos que nos ayudan a acumular prestigio y subir en la escala de mando desaparecen en algunas personas, especialmente ejecutivos de empresa, una vez llegan al poder. En lugar de ser educados, honestos, pensar y servir a los demás y tener empatía, a algunos les sucede lo contario se vuelven impulsivos, antipáticos, corruptos, imprudentes y groseros. Los psicólogos lo llaman la paradoja del poder.

¿Qué ocurre una vez que alguna gente agradable llega al poder?

Los estudios muestran que la comprensión y un poco de compasión por los demás podría ayudar a subir en la escalera profesional, social y empresarial, pero una vez arriba algunos acaban o acabamos convirtiéndonos en una bestia totalmente diferente. Dice Keltner «que cuando se otorga poder a las personas, pueden empezar a actuar como idiotas. Coquetean de manera inapropiada, bromean de forma hostil, y se convierten en personas totalmente impulsivas». Keltner compara la sensación de poder con un daño cerebral, indicando que algunas personas con mucha autoridad (ejecutivos, dirigentes políticos, gobernates, etc, tienden a comportarse sin compasión en la toma de decisiones.

¿Por qué, a veces,  la gente abusa de su poder, es decir, solicita sobornos, coquetea con los subordinados o falsifica documentos contables?

Según los psicólogos, uno de los principales problemas con la autoridad es que nos hace menos receptivos a las necesidades y emociones de los otros. Es decir, el poder hace más difícil imaginar el mundo desde la perspectiva de los subordinados. Por ejemplo, varios estudios muestran que la gente que tiene una posición de poder suele usar más los prejuicios, estereotipos y generalizaciones a la hora de juzgar a otras personas. No entran a analizar los detalles y las situaciones personales de cada uno de los empleados. Además, dedican menos tiempo a mantener contacto personal y visual,  cuando tratan con una persona con menos poder, es decir, que está más baja en el escalafón.

Es evidente que el poder no convierte a todo el mundo en tiranos, personas despiadadas o inmorales. Algunos líderes simplemente aplican mano dura a sus decisiones porque es necesario y eso evidentemente no es algo negativo. La clave está en saber diferenciar entre lo que es correcto y lo que no  considerando, a la hora de actuar, los aspectos éticos de sus decisiones.

¿Se pueden prevenir o detectar los abusos de los que tienen poder?

No existe un antídoto claro para combatir la paradoja del poder. Keltner argumenta que el mejor tratamiento es la transparencia y que los peores abusos de poder pueden ser prevenidos cuando la gente sabe que está siendo auditada. Esto sugiere que la sola existencia de una agencia de vigilancia o una junta directiva activa puede disuadir a ejecutivos de cometer abusos de poder. Lo que en las pliculas americanas denominan «Departamento de asuntos Internos».

Sin embargo, las personas que estamos en posición de poder solemos sobrestimar nuestras virtudes morales, lo que nos lleva a acallar a quienes nos vigilan. O como ocurre en muchas empresas, ministerios, tribunales de justicia, consejos de departamento o mesas electorales de repúblicas bananeras se nombran a los amigos para ocupar los cargos de control. El resultado final es la forma más peligrosa de poder el que no tiene control.

Un consejo infalible para no caer en el abuso de poder es ser consciente que las posiciones de gobierno tienen como objetivo servir a los demás.

Fuente: Este post es bastante literal de un artículo de Jonah Lehrer [2] que leí este mes de agosto en The  Wall Street Journal [3] titulado The Power Trip [2]