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¿Puede la ayuda alimentaria solucionar el problema del hambre?

Durante las seis últimas décadas el crecimiento en la producción de alimentos ha sido superior al crecimiento de la población. Ello se ha debido a los avances en la agricultura que han permitido una mejor y más cuantiosa oferta mundial de alimentos. En el mundo hay alimentos para todos, sin embargo, no parece que haya voluntad de acabar con el hambre.

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Las causas del hambre

Lo dijo Amartya Sen, un economista, galardonado con el Premio Nobel de Economía por sus estudios sobre el hambre, la población y la justicia social. Amartya Sen señala que los culpables del hambre son la ausencia de solidaridad internacional para transferir tecnología agraria, la corrupción, la falta de democracia, la falta de libertad de expresión y de información independiente, la guerra y las catástrofes naturales.

El hambre se produce principalmente en economías de subsistencia (Etiopía, Tanzania, Uganda y Zaire) donde faltan medios de comunicación y de almacenamiento. Estas condiciones se agravan por la inseguridad jurídica y policial, por las restricciones oficiales al comercio y por las formas improductivas de tenencia de la tierra, tales como los sistemas tribales. Como también ha puesto de manifiesto el profesor Bauer, el hambre del mundo es un problema político y geográfico determinado por tres factores: mala distribución de recursos, cambios climáticos e incompetencia política. Efectivamente, si, como parece, hay en el Mundo recursos suficientes, que permiten cultivar y producir alimentos y a la vez existen zonas subalimentadas, se precisa una mejor distribución internacional de recursos. Los países pobres necesitan una masiva inversión de capital, apoyo investigador, capital humano, etc. para poder ser más autosuficientes en sus necesidades de alimentos. Las simples ayudas en forma de alimentos sólo sirven para aplazar y agravar la situación futura y los desequilibrios mundiales.

El proteccionismo agrario

Los subsidios a los agricultores del Norte, como los que proporciona la Política Agraria Común (PAC) y la política agraria norteamericana, crean una producción que excede a la demanda nacional. Los países ricos utilizan entonces los subsidios a la exportación y la ayuda alimentaria para distribuir el exceso en los mercados mundiales. Esto hunde los precios y reduce los ingresos de los agricultores de los países en desarrollo, así como su cuota de mercado. Además de estos regalos envenenados la PAC, claramente proteccionista y una de las aberraciones mayores de la UE, ha impedido a muchos países pobres exportar alimentos a Europa y conseguir así las divisas que necesitan para financiar su desarrollo económico. 

La transferencia de tecnología

Por tanto, las dificultades para vender en el Norte se juntan con los envíos de los alimentos que sobran en el Norte (los excedentes generados por la PAC y la política agraria proteccionista de EEUU). La solución tiene que venir por otro camino: la victoria contra el hambre se logrará el día en que cada uno de los países que actualmente son deficitarios sean capaces de producir por sí mismos una cantidad mínima de alimentos para nutrir a sus poblaciones.  La ayuda alimentaria dirigida a los países más pobres y hambrientos, podría ser, aparentemente y a corto plazo, la solución a los problemas del hambre. Sin embargo, la ayuda alimentaria en forma de donaciones masivas de alimentos aniquila las producciones y los mercados locales, pues a menudo equivale a un “dumping” de productos agrícolas externos que suplantan directa o indirectamente a las producciones locales. Por otra parte, la ayuda alimentaria, cambia los hábitos de consumo, habituando a la gente, por ejemplo, a comer pan de trigo, en sitios donde no se puede producir trigo.

¿La ayuda alimentaria soluciona el problema del hambre o lo agrava?