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REFORMA LABORAL (II). LA NEGOCIACIÓN COLECTIVA

En mi post de la pasada semana sobre la reforma laboral aprobada por el Gobierno indiqué que uno de los aspectos clave que estaban ausentes del documento era el de la negociación colectiva. Pues bien, todos los expertos nacionales e internacionales apuntan a la negociación colectiva como un terreno en el que la reforma en España es prioritaria, incluso por delante de la de los sistemas de contratación. La negociación colectiva en nuestro país es una enorme fuente de inflexibilidad de las relaciones laborales, lo que ha llevado al extremo esperpéntico de que es más fácil gestionar un despido parcial que un cambio de las condiciones de trabajo en una empresa. La paz social se ha comprado, en muchas ocasiones, a base de hacer más inflexible la normativa estatal a través de la regulación de los convenios. La consecuencia de esta rigidez no puede sorprender: la negociación colectiva se ha convertido, a juicio de muchos expertos, en una “máquina de destruir empleo” en nuestro país. ¿Cuáles son los problemas que tiene nuestro sistema actual? ¿Cuáles deberían ser los ejes de una reforma de la negociación colectiva? Estas son las preguntas que trataré de responder a continuación.

Nuestro sistema tiene una serie de peculiaridades que limitan su efecto. Las que más influencia tienen en la ineficiencia de la negociación colectiva en España son las siguientes:

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Los salarios reales suben en España, pese a la marcha de la economía

En definitiva, contamos con una estructura lejana a las consideradas mejores y que se manifiesta, en la realidad, en unos resultados ineficientes de la negociación, tanto en términos de actividad empresarial –una misma empresa que opere en todo el territorio nacional puede estar afectada por varios convenios para trabajadores que realizan la misma actividad– como en términos de paro estructural y de incrementos salariales pactados. Asimismo, genera un exceso de rigidez salarial, ya que los salarios en España muestran una bajísima sensibilidad a las condiciones económicas y, por otra parte, tienen un alto grado de indiciación a la inflación pasada. Esto se traduce en una pérdida de competitividad de las empresas españolas, que no pueden adaptar sus costes laborales con la misma rapidez y en el mismo grado que sus competidores.

Los problemas descritos hablan por sí solos y justifican el planteamiento de una reforma del marco de negociación colectiva a fondo, que debe estar basada en, por lo menos, los siguientes principios: