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    [post_date] => 2010-04-12 09:02:38
    [post_date_gmt] => 2010-04-12 07:02:38
    [post_content] => Los ministros de economía de la Eurozona aprobaron ayer de forma unánime un préstamo a Grecia de 30.000 millones de euros. El tipo de interés que se aplicará será del 5%, inferior, por tanto, al 7% que está vigente ahora. También el FMI hará un préstamo significativo y aunque todavía no se ha especificado el importe, parece que estará entorno a los 15.000 millones de euros. De esta forma los países del euro, prestando más que el FMI, han conseguido hacerse con el liderazgo del rescate. Esta es la primera vez que la UE y el FMI prestan, de forma conjunta, asistencia financiera a un Estado miembro de la Eurozona. Supongo que hoy la reacción de los mercados será positiva: subirán las bolsas, bajará el riesgo de Grecia y, por tanto, los tipos de interés a los que se financia su deuda soberana y el euro tenderá a apreciarse.

El crédito no resuelve el problema, lo aplaza.

El acuerdo alivia el problema pero no lo soluciona. La deuda pública griega seguirá aumentando como una “bola de nieve”, hasta que el gobierno griego no reconozca su incapacidad para hacer frente a sus obligaciones de pago. La única salida es la  suspensión de pagos, un concurso de acreedores que  evidentemente perjudicaría a los tenedores de bonos griegos.  

Por tanto, el préstamo aplaza el problema. No se debe olvidar que Grecia además de pagar los intereses  tiene también que devolver parte del capital y para ello necesitaría un programa muy drástico de austeridad, que se prolongaría por lo menos durante tres años; pero con una deuda pública de 280.000 millones, que es un 115% del PIB, necesitaría antes o después, un ajuste fiscal brutal que generase por lo menos un superávit presupuestario, antes de pagar intereses, de 20.000 millones (más del 10% del PIB). La consecuencia de un plan de ajuste de este calibre haría que el PIB griego se desplomara con aumentos terribles en el desempleo y que los trabajadores públicos griegos soportasen recortes masivos de sus salarios, lo que no parece posible con la enorme conflictividad que ya sufre Grecia.

Grecia segurá en recesión

Además y como consecuencia de ese ajuste fiscal la economía griega se contraería todavía más. Se prevé para este año una caída del PIB del 2,5%. Parece que Grecia no puede alcanzar una solución a sus problemas con estrictas medidas de austeridad, recurriendo a los mercados financieros o con préstamos como los aprobados ayer. La economía griega simplemente no puede devolver una deuda pública tan enorme ni pagar los intereses de la misma ni siquiera con créditos blandos procedentes de los países de la Eurozona o del FMI.

La suspensión de pagos es la única alternativa

La única alternativa para Grecia es, de la mano del FMI, acudir al Club de París y al de Londres para presentar una suspensión de pagos de manera negociada. De esta forma se evitaría el riesgo moral o comportamiento perverso que hace que los acreedores (en este caso de Grecia) ante el incumplimiento del deudor (Grecia) le sigan prestando fondos por que cuentan con que siempre habrá un prestamista de última instancia (los países de la Eurozona) que resolverá el problema. No debe haber rescate para Grecia porque se envía a los inversores el mensaje de que no importa que España, Portugal o Italia tengan excesos en el gasto público o déficit fiscal insostenible porque al final alguien pagará.
    [post_title] => El crédito a Grecia no soluciona el problema.
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12
Abr
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El crédito no resuelve el problema, lo aplaza.

El acuerdo alivia el problema pero no lo soluciona. La deuda pública griega seguirá aumentando como una “bola de nieve”, hasta que el gobierno griego no reconozca su incapacidad para hacer frente a sus obligaciones de pago. La única salida es la  suspensión de pagos, un concurso de acreedores que  evidentemente perjudicaría a los tenedores de bonos griegos.  

Por tanto, el préstamo aplaza el problema. No se debe olvidar que Grecia además de pagar los intereses  tiene también que devolver parte del capital y para ello necesitaría un programa muy drástico de austeridad, que se prolongaría por lo menos durante tres años; pero con una deuda pública de 280.000 millones, que es un 115% del PIB, necesitaría antes o después, un ajuste fiscal brutal que generase por lo menos un superávit presupuestario, antes de pagar intereses, de 20.000 millones (más del 10% del PIB). La consecuencia de un plan de ajuste de este calibre haría que el PIB griego se desplomara con aumentos terribles en el desempleo y que los trabajadores públicos griegos soportasen recortes masivos de sus salarios, lo que no parece posible con la enorme conflictividad que ya sufre Grecia.

Grecia segurá en recesión

Además y como consecuencia de ese ajuste fiscal la economía griega se contraería todavía más. Se prevé para este año una caída del PIB del 2,5%. Parece que Grecia no puede alcanzar una solución a sus problemas con estrictas medidas de austeridad, recurriendo a los mercados financieros o con préstamos como los aprobados ayer. La economía griega simplemente no puede devolver una deuda pública tan enorme ni pagar los intereses de la misma ni siquiera con créditos blandos procedentes de los países de la Eurozona o del FMI.

La suspensión de pagos es la única alternativa

La única alternativa para Grecia es, de la mano del FMI, acudir al Club de París y al de Londres para presentar una suspensión de pagos de manera negociada. De esta forma se evitaría el riesgo moral o comportamiento perverso que hace que los acreedores (en este caso de Grecia) ante el incumplimiento del deudor (Grecia) le sigan prestando fondos por que cuentan con que siempre habrá un prestamista de última instancia (los países de la Eurozona) que resolverá el problema. No debe haber rescate para Grecia porque se envía a los inversores el mensaje de que no importa que España, Portugal o Italia tengan excesos en el gasto público o déficit fiscal insostenible porque al final alguien pagará.
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El crédito no resuelve el problema, lo aplaza.

El acuerdo alivia el problema pero no lo soluciona. La deuda pública griega seguirá aumentando como una “bola de nieve”, hasta que el gobierno griego no reconozca su incapacidad para hacer frente a sus obligaciones de pago. La única salida es la  suspensión de pagos, un concurso de acreedores que  evidentemente perjudicaría a los tenedores de bonos griegos.  

Por tanto, el préstamo aplaza el problema. No se debe olvidar que Grecia además de pagar los intereses  tiene también que devolver parte del capital y para ello necesitaría un programa muy drástico de austeridad, que se prolongaría por lo menos durante tres años; pero con una deuda pública de 280.000 millones, que es un 115% del PIB, necesitaría antes o después, un ajuste fiscal brutal que generase por lo menos un superávit presupuestario, antes de pagar intereses, de 20.000 millones (más del 10% del PIB). La consecuencia de un plan de ajuste de este calibre haría que el PIB griego se desplomara con aumentos terribles en el desempleo y que los trabajadores públicos griegos soportasen recortes masivos de sus salarios, lo que no parece posible con la enorme conflictividad que ya sufre Grecia.

Grecia segurá en recesión

Además y como consecuencia de ese ajuste fiscal la economía griega se contraería todavía más. Se prevé para este año una caída del PIB del 2,5%. Parece que Grecia no puede alcanzar una solución a sus problemas con estrictas medidas de austeridad, recurriendo a los mercados financieros o con préstamos como los aprobados ayer. La economía griega simplemente no puede devolver una deuda pública tan enorme ni pagar los intereses de la misma ni siquiera con créditos blandos procedentes de los países de la Eurozona o del FMI.

La suspensión de pagos es la única alternativa

La única alternativa para Grecia es, de la mano del FMI, acudir al Club de París y al de Londres para presentar una suspensión de pagos de manera negociada. De esta forma se evitaría el riesgo moral o comportamiento perverso que hace que los acreedores (en este caso de Grecia) ante el incumplimiento del deudor (Grecia) le sigan prestando fondos por que cuentan con que siempre habrá un prestamista de última instancia (los países de la Eurozona) que resolverá el problema. No debe haber rescate para Grecia porque se envía a los inversores el mensaje de que no importa que España, Portugal o Italia tengan excesos en el gasto público o déficit fiscal insostenible porque al final alguien pagará.

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