El inicio de la semana ha sido intenso en noticias relacionadas con la economía nacional y el empleo. Ayer mismo conocimos el documento que el Gobierno ha puesto sobre la mesa del “acuerdo político” (parece que ya la idea del pacto de Estado la ha abandonado hasta el propio Gobierno) para recuperar el crecimiento económico y crear empleo. Y hoy se han hecho públicos los datos de paro y afiliación a la Seguridad Social del mes de febrero.
Sobre este último asunto, hemos visto como el paro ha crecido de manera muy importante en febrero, en un mes en el que tradicionalmente baja el paro en España. El incremento intermensual de 82.132 personas es el segundo mayor de la historia de los meses de febrero. Eso sí, en positivo tenemos un aumento de la afiliación media mensual a la Seguridad Social cifrado en 26.340 afiliaciones. He de reconocer, y aquí hago un paréntesis en el análisis, que no entiendo muy bien la postura del Ministerio de Trabajo e Inmigración, que se empeña, desde hace un año y medio, en no ofrecer los datos de afiliación a la Seguridad Social a último día de mes en el boletín que publica el día que se conocen los datos, y sólo proporciona sus análisis estadísticos utilizando los promedios mensuales. Pero, al mismo tiempo, los datos de paro registrado se ofrecen a último día de mes. Es decir, que no resulta interesante, a juicio del Ministerio, que se conozcan los datos de afiliación a último día de mes, pero sí los de paro registrado. Este comentario tiene un sentido, y es que mientras que la “afiliación promedio” en febrero ha sido superior a la de enero en 26.340 personas, la afiliación a final del mes de febrero sólo ha superado la del último día de enero en 3.698 afiliaciones, lo cual no deja de ser una buena noticia, pero menos…
En relación con el documento entregado a los partidos políticos, creo que deberá ser analizado más en detalle, pero me resultan llamativas algunas cuestiones, como el hecho de que tras años de demonizar un sector (el de la construcción), ahora se le pone el apellido de “sostenible” y se confía en él la creación de empleo en los próximos años. Para ello, se inventan una deducción en el IRPF del 10% del coste de la reforma de las viviendas, para fomentar esta actividad, pero como no puede dejar de hacerse ingeniería social, sólo se beneficiarán los contribuyentes con menores niveles de renta. Es decir, que básicamente el planteamiento es que si se bonifica en IRPF el 10% del coste de las reformas los hogares con menor nivel de rentas experimentarán un frenesí “reformista” y le darán todos al alimón un lavado de cara a sus viviendas, con lo que se conseguirá, según cálculos del Gobierno, crear 350.000 empleos en esta actividad (ojo, hablamos de reducir el actual nivel de paro en la construcción prácticamente a la mitad). Poco creíble o, más bien, totalmente voluntarista. También es llamativa que esta deducción para la rehabilitación de vivienda se quiera poner en marcha cuando, prácticamente en paralelo, el Gobierno decidió eliminar a partir de 2011 la deducción por compra de vivienda. Cuando no hay un plan coordinado de actuaciones y las decisiones son parches, a veces pasa esto, que unos parches son contradictorios con otros.
Otro aspecto muy llamativo del paquete de medidas es el de la socialización del riesgo crediticio entre todos los españoles: el Gobierno plantea que las pymes “solventes” puedan obtener créditos de las entidades de crédito con una cobertura de riesgo del 100% por parte del ICO. Y digo yo, ¿no están pregonando las entidades de crédito que cualquier empresa solvente tiene en estos momentos acceso a financiación? El riesgo de la medida propuesta es que si la cobertura del riesgo por parte del ICO es real, las entidades puedan “relajar” su interpretación de la solvencia de la empresa que recibe el crédito, y si éste es finalmente es fallido, pues nos tocará a todos tapar el agujero.
Eso sí, el documento también incluye algunos chistes (me imagino que para relajar la tensión creciente al constatar la ausencia de temas vitales), como el de incrementar la inversión en I+D hasta el 2,5% del PIB de aquí a cinco años. Tenemos un Gobierno con sentido del humor y eso siempre es un consuelo.
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