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Costumbres para después de una crisis

Esperamos que el nuevo año traiga mejores datos y una mayor estabilidad  a nuestras economías particulares y a las empresas para las que trabajamos.  Lo que es interesante es ver si algunas de los cambios en los comportamientos que hemos adquirido en estos dos años largos de crisis se mantienen o nos olvidamos inmediatamente y volvemos a una alegría consumidora.

El consumo: Los particulares se han acostumbrado a las ofertas, descuentos y las compras por Internet a bajo precio.  Cuando se ha usado Skype cuesta pagar decenas de euros por una conferencia transoceánica.  Si has comprado en Ebay, a buen precio y sin pagar ningún tipo de impuesto cuesta dedicar un 16 o 18% de tu capacidad de compra en el pago de tasas.  Las marcas blancas o tiendas diarias de descuento ya han dejado de ser algo puntual para incorporarse a nuestro día a día. El eslogan de “la calidad no tiene por qué ser cara” ha educado a una generación de consumidores que quizás siguen mirando con desconfianza el futuro.

El sistema financiero: Hoy en día  la rentabilidad del pasivo en la entidades financieras esta por los suelos.  Muchos ciudadanos han llegado a desconfiar del sistema financiero, en primer lugar por todos los problemas habidos y en segundo lugar porque la rentabilidad que se les puede ofrecer por un depósito es mínima.  Volver a tener dinero en efectivo o buscar alternativas a los depósitos y fondos tradicionales es algo cada vez más frecuente.  Se comenta las grandes oportunidades que ofrece la bancarización de cientos de miles de brasileños o chinos.  ¿Qué pasa con aquellos ciudadanos europeos o estadounidenses que se han alejado de lo servicios financieros por desconfianza o la baja rentabilidad o que han sido expulsados al quedarse sin una nómina? Sólo en Estados Unidos (según FDIC) indica que más de una cuarta parte de los hogares del país (25,6%) se encuentran fuera del sistema financiero.  Los servicios de cambio de cheques no bancarios, los giros postales, los contratos de alquiler con opción de compra, los préstamos de anticipos salariales  o las casas de empeño (o similar) han llegado para quedarse.

Disfrutar de los servicios públicos: Durante dos años hemos comprobado como las obras de infraestructuras públicas se ha multiplicado a nuestro alrededor: parques, jardines, bibliotecas etc mientras nuestra liquidez se reducía.  ¿Volveremos a querer pagar más por servicios privados, que en ocasiones están ahora más masificados que su contraparte pública? ¿Para qué paga impuestos una clase social que contrata sanidad, educación, transporte,  o seguridad privada?

La crisis actual es única en los últimos 40 años, cuando la dejemos atrás ¿Cambiaremos nuestra manera de actuar?