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    [post_content] => Frente a las señales positivas provenientes de otros países que reflejan los efectos de las políticas monetarias y fiscales expansivas, así como el proceso de reposición de existencias global y la reactivación de la demanda externa, parece que a la economía española le va a costar más salir de la recesión. Algo normal si tenemos en cuenta las debilidades estructurales de la economía española, como la falta de competitividad, el sobredimensionamiento de la construcción o la dependencia de financiación exterior.

Pero vayamos con los datos. La economía española registró un decrecimiento del 1,1% en el segundo trimestre de 2008 (-4,2% interanual) por debajo de la primera estimación del INE (-1% trimestral y -4,1% interanual). El retroceso trimestral es inferior al que se produjo de enero a marzo (-1,1% frente al -1,6%) de manera que podríamos haber dejado atrás el momento de mayor ajuste de la actividad. Sin embargo, se intensifica la caída de la tasa interanual (-4,2% frente al -3,2% anterior).  De esta manera, España no está entre los países de la UE que han presentado tasas de crecimiento trimestrales positivas (Alemania, Francia, Grecia, Portugal, Eslovaquia, Suecia), ni entre los que han experimentado mejoras en las tasas interanuales (Alemania, Francia, Letonia y Eslovaquia). Es la primera señal de que podríamos salir más tarde de la recesión que nuestros vecinos.

Se mantiene la extrema debilidad de la demanda nacional que resta 7,3 p.p. al crecimiento del PIB (-6,1 p.p en el 1T), mientras mejora la aportación positiva de la demanda externa (de 2,9 a 3,1 p.p.), más por la debilidad de las importaciones (-22,3% interanual) que por una mejora apreciable de las exportaciones (-15,7% frente al -17,6% anterior). La fuerte reducción del empleo (-7,1% interanual y 1,37 millones de puestos de trabajo perdidos en el último año) y su efecto sobre la remuneración de los asalariados, además de las débiles expectativas de las familias, hacen que el consumo siga manteniendo una marcada debilidad (-5,9% frente al -5,1% anterior), aunque la caída en tasa trimestral es algo más suave (-1%, frente al -1,3% del 1T). La formación bruta de capital fijo sigue en caída libre (-17% frente al -15,2% del 1T), manteniéndose la debilidad de la construcción (-12%) y, sobre todo, de la inversión en bienes de equipo (-28,9%).

Por el lado de la oferta también se mantienen sin cambios los principales rasgos de trimestres anteriores, ahora el grueso del ajuste los experimentan las ramas industriales (-6,4% trimestral y -18,1% interanual), mientras el deterioro de la construcción parece ir frenándose (-0,7% trimestral y -6% interanual) y prosigue el suave ajuste de los servicios (-0,2% trimestral y -1,1% interanual). Por último, el deflactor del PIB creció un 0,1% (1,3% en el trimestre anterior), mientras la productividad aparente del trabajo avanzó a un ritmo del 3,2% según la estimación del INE.

En definitiva, al contrario que en otros países OCDE y, en buena parte de los emergentes, no se detectan señales claras de un cambio de tendencia a corto plazo en la economía española. Aunque probablemente hemos superado el momento de mayor deterioro de la actividad, parece difícil que se puedan alcanzar tasas de crecimiento positivas antes del verano de 2010. Es preocupante la debilidad de la demanda nacional, especialmente en el gasto privado de las familias y la inversión en bienes de equipo, y no hay razones para esperar un cambio de tendencia en los próximos trimestres, teniendo en cuenta el mal comportamiento que cabe esperar en el mercado de trabajo.

Además, parece claro que en 2010 la política fiscal no va a tener margen e, incluso, puede que haya subida de impuestos, teniendo en cuenta el grado deterioro de las finanzas públicas. El único apoyo vendrá de un previsible mantenimiento de los tipos de interés en niveles mínimos hasta finales del año próximo, aunque esto dependerá de los ritmos de recuperación de países como Alemania, así como del comportamiento de variables como el precio del petróleo, sujetas a una elevada incertidumbre. Y, lo más preocupante es que en ausencia de reformas estructurales podemos salir de esta crisis con una tasa de crecimiento potencial muy inferior a la del último ciclo expansivo.
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27
Ago

PIB España (2T): sin demasiadas razones para el optimismo

Escrito el 27 agosto 2009 por José Ramón Diez Guijarro en Uncategorized

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    [post_content] => Frente a las señales positivas provenientes de otros países que reflejan los efectos de las políticas monetarias y fiscales expansivas, así como el proceso de reposición de existencias global y la reactivación de la demanda externa, parece que a la economía española le va a costar más salir de la recesión. Algo normal si tenemos en cuenta las debilidades estructurales de la economía española, como la falta de competitividad, el sobredimensionamiento de la construcción o la dependencia de financiación exterior.

Pero vayamos con los datos. La economía española registró un decrecimiento del 1,1% en el segundo trimestre de 2008 (-4,2% interanual) por debajo de la primera estimación del INE (-1% trimestral y -4,1% interanual). El retroceso trimestral es inferior al que se produjo de enero a marzo (-1,1% frente al -1,6%) de manera que podríamos haber dejado atrás el momento de mayor ajuste de la actividad. Sin embargo, se intensifica la caída de la tasa interanual (-4,2% frente al -3,2% anterior).  De esta manera, España no está entre los países de la UE que han presentado tasas de crecimiento trimestrales positivas (Alemania, Francia, Grecia, Portugal, Eslovaquia, Suecia), ni entre los que han experimentado mejoras en las tasas interanuales (Alemania, Francia, Letonia y Eslovaquia). Es la primera señal de que podríamos salir más tarde de la recesión que nuestros vecinos.

Se mantiene la extrema debilidad de la demanda nacional que resta 7,3 p.p. al crecimiento del PIB (-6,1 p.p en el 1T), mientras mejora la aportación positiva de la demanda externa (de 2,9 a 3,1 p.p.), más por la debilidad de las importaciones (-22,3% interanual) que por una mejora apreciable de las exportaciones (-15,7% frente al -17,6% anterior). La fuerte reducción del empleo (-7,1% interanual y 1,37 millones de puestos de trabajo perdidos en el último año) y su efecto sobre la remuneración de los asalariados, además de las débiles expectativas de las familias, hacen que el consumo siga manteniendo una marcada debilidad (-5,9% frente al -5,1% anterior), aunque la caída en tasa trimestral es algo más suave (-1%, frente al -1,3% del 1T). La formación bruta de capital fijo sigue en caída libre (-17% frente al -15,2% del 1T), manteniéndose la debilidad de la construcción (-12%) y, sobre todo, de la inversión en bienes de equipo (-28,9%).

Por el lado de la oferta también se mantienen sin cambios los principales rasgos de trimestres anteriores, ahora el grueso del ajuste los experimentan las ramas industriales (-6,4% trimestral y -18,1% interanual), mientras el deterioro de la construcción parece ir frenándose (-0,7% trimestral y -6% interanual) y prosigue el suave ajuste de los servicios (-0,2% trimestral y -1,1% interanual). Por último, el deflactor del PIB creció un 0,1% (1,3% en el trimestre anterior), mientras la productividad aparente del trabajo avanzó a un ritmo del 3,2% según la estimación del INE.

En definitiva, al contrario que en otros países OCDE y, en buena parte de los emergentes, no se detectan señales claras de un cambio de tendencia a corto plazo en la economía española. Aunque probablemente hemos superado el momento de mayor deterioro de la actividad, parece difícil que se puedan alcanzar tasas de crecimiento positivas antes del verano de 2010. Es preocupante la debilidad de la demanda nacional, especialmente en el gasto privado de las familias y la inversión en bienes de equipo, y no hay razones para esperar un cambio de tendencia en los próximos trimestres, teniendo en cuenta el mal comportamiento que cabe esperar en el mercado de trabajo.

Además, parece claro que en 2010 la política fiscal no va a tener margen e, incluso, puede que haya subida de impuestos, teniendo en cuenta el grado deterioro de las finanzas públicas. El único apoyo vendrá de un previsible mantenimiento de los tipos de interés en niveles mínimos hasta finales del año próximo, aunque esto dependerá de los ritmos de recuperación de países como Alemania, así como del comportamiento de variables como el precio del petróleo, sujetas a una elevada incertidumbre. Y, lo más preocupante es que en ausencia de reformas estructurales podemos salir de esta crisis con una tasa de crecimiento potencial muy inferior a la del último ciclo expansivo.
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Pero vayamos con los datos. La economía española registró un decrecimiento del 1,1% en el segundo trimestre de 2008 (-4,2% interanual) por debajo de la primera estimación del INE (-1% trimestral y -4,1% interanual). El retroceso trimestral es inferior al que se produjo de enero a marzo (-1,1% frente al -1,6%) de manera que podríamos haber dejado atrás el momento de mayor ajuste de la actividad. Sin embargo, se intensifica la caída de la tasa interanual (-4,2% frente al -3,2% anterior).  De esta manera, España no está entre los países de la UE que han presentado tasas de crecimiento trimestrales positivas (Alemania, Francia, Grecia, Portugal, Eslovaquia, Suecia), ni entre los que han experimentado mejoras en las tasas interanuales (Alemania, Francia, Letonia y Eslovaquia). Es la primera señal de que podríamos salir más tarde de la recesión que nuestros vecinos.

Se mantiene la extrema debilidad de la demanda nacional que resta 7,3 p.p. al crecimiento del PIB (-6,1 p.p en el 1T), mientras mejora la aportación positiva de la demanda externa (de 2,9 a 3,1 p.p.), más por la debilidad de las importaciones (-22,3% interanual) que por una mejora apreciable de las exportaciones (-15,7% frente al -17,6% anterior). La fuerte reducción del empleo (-7,1% interanual y 1,37 millones de puestos de trabajo perdidos en el último año) y su efecto sobre la remuneración de los asalariados, además de las débiles expectativas de las familias, hacen que el consumo siga manteniendo una marcada debilidad (-5,9% frente al -5,1% anterior), aunque la caída en tasa trimestral es algo más suave (-1%, frente al -1,3% del 1T). La formación bruta de capital fijo sigue en caída libre (-17% frente al -15,2% del 1T), manteniéndose la debilidad de la construcción (-12%) y, sobre todo, de la inversión en bienes de equipo (-28,9%).

Por el lado de la oferta también se mantienen sin cambios los principales rasgos de trimestres anteriores, ahora el grueso del ajuste los experimentan las ramas industriales (-6,4% trimestral y -18,1% interanual), mientras el deterioro de la construcción parece ir frenándose (-0,7% trimestral y -6% interanual) y prosigue el suave ajuste de los servicios (-0,2% trimestral y -1,1% interanual). Por último, el deflactor del PIB creció un 0,1% (1,3% en el trimestre anterior), mientras la productividad aparente del trabajo avanzó a un ritmo del 3,2% según la estimación del INE.

En definitiva, al contrario que en otros países OCDE y, en buena parte de los emergentes, no se detectan señales claras de un cambio de tendencia a corto plazo en la economía española. Aunque probablemente hemos superado el momento de mayor deterioro de la actividad, parece difícil que se puedan alcanzar tasas de crecimiento positivas antes del verano de 2010. Es preocupante la debilidad de la demanda nacional, especialmente en el gasto privado de las familias y la inversión en bienes de equipo, y no hay razones para esperar un cambio de tendencia en los próximos trimestres, teniendo en cuenta el mal comportamiento que cabe esperar en el mercado de trabajo.

Además, parece claro que en 2010 la política fiscal no va a tener margen e, incluso, puede que haya subida de impuestos, teniendo en cuenta el grado deterioro de las finanzas públicas. El único apoyo vendrá de un previsible mantenimiento de los tipos de interés en niveles mínimos hasta finales del año próximo, aunque esto dependerá de los ritmos de recuperación de países como Alemania, así como del comportamiento de variables como el precio del petróleo, sujetas a una elevada incertidumbre. Y, lo más preocupante es que en ausencia de reformas estructurales podemos salir de esta crisis con una tasa de crecimiento potencial muy inferior a la del último ciclo expansivo.

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