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Jul

Hoy se han dado a conocer los datos de paro registrado y de afiliación a la Seguridad Social en España correspondientes al mes de junio. El titular ya lo conocen todos los lectores: ha bajado el paro en el mes en 55.250 personas.

Este hecho, unido a la bajada del mes de mayo, encadena dos meses consecutivos con reducciones del desempleo, lo que sin duda reavivará el discurso de que los brotes verdes están aquí y que ya ha pasado lo peor.  Creo que siendo legítimo ese discurso, hay que hacer importantes matizaciones:

En primer lugar, cuando eliminamos de los datos los componentes estacionales (es decir, cuando filtramos la serie de los datos y corregimos los efectos propios de cada mes concreto, para poder comparar unos meses con otros) nos encontramos con que en estos dos meses de mayo y junio el paro no ha bajado, sino que ha subido en unas 90.000 personas, con subidas en ambos meses, tal y como pone de manifiesto el propio Ministerio de Trabajo e Inmigración con los datos desestacionalizados que publica. Es decir, al tener en cuenta las peculiaridades de estos meses (campañas turísticas, etc.), resulta que el paro ha subido, en vez de bajar. Fíjense en la potencia de estos factores estacionales: mientras que la afiliación mensual a la Seguridad Social ha caído en España en junio en 5.501 personas, en varias comunidades se han producido subidas y la mayor, con muchísima diferencia, ha sido Baleares, Comunidad turística por excelencia, con un crecimiento de 15.428 personas. En solo dos meses, mayo y junio, la afiliación en dicha Comunidad ha crecido un 11%.

Por otra parte, la mayor reducción del paro en términos porcentuales se produce en la construcción, como consecuencia del impacto temporal y acotado en el tiempo (hasta agosto) del Plan E, que está contribuyendo a explicar estas reducciones del paro que estamos viendo en mayo y junio. Aunque de eso ya hablamos en un post anterior.

Para mí el elemento de preocupación es que estos datos servirán de excusa para seguir sin acometer reformas importantes, entre ellas la reforma laboral. Mañana está previsto que vaya a Consejo de Ministros unos retoques puntuales surgidos del diálogo social. Más que su utilidad concreta, que vaticino como marginal (siendo generoso), el objetivo es poner de manifiesto que el diálogo social está dando frutos, algo en lo que discrepo profundamente porque al menos dos de los interlocutores (Gobierno y sindicatos) no tienen la más mínima intención de afrontar un debate serio y de profundidad sobre la reforma laboral en España.

Y precisamente durante el pasado mes de junio hemos tenido voces muy autorizadas que han exigido dicha reforma para nuestro país:

El 5 de junio, el comisario europeo Joaquín Almunia alertó sobre las graves consecuencias que la crisis económica está teniendo en el mercado de trabajo español y planteó la necesidad de una reforma del mismo. Frente a la despreocupación del Gobierno actual, especialmente de su Presidente, el Sr. Zapatero, Almunia consideró que la cuestión de la reforma laboral exige “un debate muy serio” y un diálogo “en profundidad” urgente.

 

El 18 de junio fue el Gobernador del Banco de España, el socialista Fernández Ordoñez, el que afirmó que “la reforma laboral es ineludible y debería atender a diversos ámbitos”. En este sentido, el Gobernador afirmó que “hay que actuar para que el número de desempleados no se enquiste” y abogó por que la negociación colectiva facilite que las condiciones “laborales y retributivas” se ajusten con “mayor flexibilidad” a la situación de la economía, así como por instaurar cambios en el sistema de contratación e intermediación para garantizar la formación y la pronta recolocación de los desempleados.

 

El 23 de junio, también Trichet la ha exigido. Aboga por una reforma laboral (que lleve los convenios colectivos al nivel de las empresas y no de los sectores y que abarate el coste del despido), por moderación salarial y por romper la relación salarios-inflación.

 

El problema es cuando se confunden «reformas» con «medidas». El Gobierno nos tiene acostumbrados a las últimas, pero de las primeras seguimos sin saber nada. 

 

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