WP_Post Object ( [ID] => 4612 [post_author] => 13322 [post_date] => 2009-04-11 03:04:56 [post_date_gmt] => 2009-04-11 02:04:56 [post_content] =>Se está celebrando la cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean) en Pattaya, Tailandia, cuyo principal objetivo es la búsqueda de respuestas a la crisis económica en una zona acostumbrada a importantes crecimientos económicos en los últimos años. El éxito del Lejano Oriente en las cuatro últimas décadas basado en el comercio internacional y la inversión directa parece estar encontrando su techo en la crisis internacional actual:
"La crisis actual golpea el corazón del modelo asiático de desarrollo, Todos los países se esfuerzan por encontrar nuevos escenarios de crecimiento.. Somos buenos cuando se trata de producir los bienes que consumen otros, pero no estamos acostumbrados al crecimiento impulsado por la demanda interna" explicó Chalongphob Sussangkarn, profesor en el Thailand Development Research Institute y ex ministro tailandés de Finanzas.
Asia, convertida en la "fábrica del mundo", cuestiona su modelo económico basado en las exportaciones, el mismo que le otorgó décadas de fuerte crecimiento pero que hoy le perjudica por el derrumbe de la demanda mundial. Japón fue un modelo para toda la zona pero su fuerte dependencia de las exportaciones de electrodomésticos de alta gama y de automóviles -productos cuyas ventas tienden a caer cuando los hogares se ajustan el cinturón-, le han llevado a su peor recesión desde el fin de la segunda guerra mundial, afectando a su economía de una forma más virulenta que la de Estados Unidos, donde estalló la crisis.
Las políticas de industrialización orientadas hacia la exportación permitieron a muchos países de Asia reducir drásticamente la pobreza y promover la emergencia de la clase media. Pero también crearon una dependencia excesiva frente al exterior que, exacerbada en Japón, Corea del Sur o Taiwán, se convirtió de hecho en un problema para toda Asia, sobre todo en China, donde las exportaciones cayeron en marzo un 17,1%, su quinto declive mensual consecutivo.
Hay dos cuestiones en las que los países de Asean piensan que se debe actuar en el corto plazo:
Por una lado modificar el actual modelo basado en la frugalidad del consumo interno con una participación del consumo de los hogares en el Producto Interno Bruto (PIB) del 55,6% en Japón, el 44,8% en China o al 43,9% en Malasia, -frente al 71% de EEUU-, según cifras del Fondo Monetario Internacional (FMI) para el periodo 2001-2005 y en segundo lugar el disminuir su dependencia de las importaciones norteamericanas.
Una tercera cuestión no apuntada es cómo mantener el incremento de la competitividad de los productos en los mercados internacionales logrado de una forma sustancial a los bajos salarios locales y cómo se puede lograr un incremento gradual de los mismos para reactivar el consumo interno en cada país asiático.
¿Servirá esta crisis para mejorar las condiciones salariales de los trabajadores asiáticos? ¿Conocerá en el corto plazo ventajas del mercado laboral occidental como mayores salarios y un incremento del desempleo?
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«La crisis actual golpea el corazón del modelo asiático de desarrollo, Todos los países se esfuerzan por encontrar nuevos escenarios de crecimiento.. Somos buenos cuando se trata de producir los bienes que consumen otros, pero no estamos acostumbrados al crecimiento impulsado por la demanda interna« explicó Chalongphob Sussangkarn, profesor en el Thailand Development Research Institute y ex ministro tailandés de Finanzas.
Asia, convertida en la «fábrica del mundo», cuestiona su modelo económico basado en las exportaciones, el mismo que le otorgó décadas de fuerte crecimiento pero que hoy le perjudica por el derrumbe de la demanda mundial. Japón fue un modelo para toda la zona pero su fuerte dependencia de las exportaciones de electrodomésticos de alta gama y de automóviles -productos cuyas ventas tienden a caer cuando los hogares se ajustan el cinturón-, le han llevado a su peor recesión desde el fin de la segunda guerra mundial, afectando a su economía de una forma más virulenta que la de Estados Unidos, donde estalló la crisis.
Las políticas de industrialización orientadas hacia la exportación permitieron a muchos países de Asia reducir drásticamente la pobreza y promover la emergencia de la clase media. Pero también crearon una dependencia excesiva frente al exterior que, exacerbada en Japón, Corea del Sur o Taiwán, se convirtió de hecho en un problema para toda Asia, sobre todo en China, donde las exportaciones cayeron en marzo un 17,1%, su quinto declive mensual consecutivo.
Hay dos cuestiones en las que los países de Asean piensan que se debe actuar en el corto plazo:
Por una lado modificar el actual modelo basado en la frugalidad del consumo interno con una participación del consumo de los hogares en el Producto Interno Bruto (PIB) del 55,6% en Japón, el 44,8% en China o al 43,9% en Malasia, -frente al 71% de EEUU-, según cifras del Fondo Monetario Internacional (FMI) para el periodo 2001-2005 y en segundo lugar el disminuir su dependencia de las importaciones norteamericanas.
Una tercera cuestión no apuntada es cómo mantener el incremento de la competitividad de los productos en los mercados internacionales logrado de una forma sustancial a los bajos salarios locales y cómo se puede lograr un incremento gradual de los mismos para reactivar el consumo interno en cada país asiático.
¿Servirá esta crisis para mejorar las condiciones salariales de los trabajadores asiáticos? ¿Conocerá en el corto plazo ventajas del mercado laboral occidental como mayores salarios y un incremento del desempleo?
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