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    [post_content] => Mañana jueves el Consejo de Gobierno del BCE celebra su primera reunión de política monetaria del año, de la que los mercados esperan un nuevo recorte de tipos, esta vez de 50 pb, que situaría el tipo de intervención en el 2%. Sería la cuarta rebaja consecutiva desde que el pasado 6 de octubre se iniciase un recorrido que acumularía 225 pb y que devolvería al tipo de referencia a su mínimo histórico. La reunión suscita dos sencillos interrogantes: 1) ¿debería el BCE amoldarse a las expectativas del mercado?; y 2) ¿lo hará?


Creo que la primera respuesta es que sí debería hacerlo y los argumentos son variados:

1) Una decisión distinta demostraría, como mínimo, un fallo en la comunicación al mercado, puesto que uno de los objetivos de todo banco central creíble es ser previsible.

2) Los indicadores económicos globales y europeos han acentuado en las últimas semanas las perspectivas de una recesión profunda y duradera. El ritmo de contracción de la actividad, en tasa anualizada, puede situarse entre el 3% y el 4% entre el pasado trimestre y el actual y no resulta descabellado anticipar un retroceso del PIB en el conjunto de 2009 de al menos el 2%.

3) Paralelamente, la inflación, que ya se sitúa en el 1,6%, puede alcanzar tasas negativas en el segundo trimestre del año, alimentando el fantasma de una deflación sostenida, fenómeno especialmente dañino para la actividad económica. El mercado, además, anticipa ese riesgo, no el contrario.

4) La globalidad y la intensidad de la crisis económica y financiera hace que el equilibrio de riesgos de la política monetaria sea claramente asimétrico: el riesgo de provocar inflación con recortes excesivos resulta insignificante al lado del de no poder contener la recesión y la deflación.

5) No actuar o recortar menos de 50 pb sería una señal de gradualismo del todo chirriante en el contexto actual y favorecería cierto repunte de las curvas de tipos de mercado y de la cotización del euro, lo que tendería a reforzar las dificultades económicas.

¿Y lo hará? ¿Situará el BCE su tipo de referencia mañana en el 2%? Muy probablemente sí. Es verdad que se trata de una institución con clara vocación gradualista, con cierta dificultad para generar consensos y con una vocación de lucha contra la inflación superior a la de otros bancos centrales, lo que en parte justifica que sus recortes estén siendo mucho más graduales que los de la Fed o el Banco de Inglaterra. También lo es que en sus últimos mensajes el BCE ha insistido en su celo anti inflacionista y en los riesgos de abaratar en exceso el coste del crédito. Sin embargo, la contundencia de los argumentos para recortar tipos resulta tan clara que una pausa ahora sería muy difícil de entender y de justificar, más aún que aquella extemporánea subida de tipos del pasado mes de julio que se demostró después innecesaria. El BCE, además, demostró ya, con su recorte de 75 pb de diciembre, que finalmente se ha hecho cargo de la gravedad de la situación y ha entendido la singular asimetría de los riesgos actuales.

El 2% es la apuesta más clara.


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14
Ene

El BCE volverá a bajar tipos

Escrito el 14 enero 2009 por Antonio Zamora en Política Monetaria

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Creo que la primera respuesta es que sí debería hacerlo y los argumentos son variados:

1) Una decisión distinta demostraría, como mínimo, un fallo en la comunicación al mercado, puesto que uno de los objetivos de todo banco central creíble es ser previsible.

2) Los indicadores económicos globales y europeos han acentuado en las últimas semanas las perspectivas de una recesión profunda y duradera. El ritmo de contracción de la actividad, en tasa anualizada, puede situarse entre el 3% y el 4% entre el pasado trimestre y el actual y no resulta descabellado anticipar un retroceso del PIB en el conjunto de 2009 de al menos el 2%.

3) Paralelamente, la inflación, que ya se sitúa en el 1,6%, puede alcanzar tasas negativas en el segundo trimestre del año, alimentando el fantasma de una deflación sostenida, fenómeno especialmente dañino para la actividad económica. El mercado, además, anticipa ese riesgo, no el contrario.

4) La globalidad y la intensidad de la crisis económica y financiera hace que el equilibrio de riesgos de la política monetaria sea claramente asimétrico: el riesgo de provocar inflación con recortes excesivos resulta insignificante al lado del de no poder contener la recesión y la deflación.

5) No actuar o recortar menos de 50 pb sería una señal de gradualismo del todo chirriante en el contexto actual y favorecería cierto repunte de las curvas de tipos de mercado y de la cotización del euro, lo que tendería a reforzar las dificultades económicas.

¿Y lo hará? ¿Situará el BCE su tipo de referencia mañana en el 2%? Muy probablemente sí. Es verdad que se trata de una institución con clara vocación gradualista, con cierta dificultad para generar consensos y con una vocación de lucha contra la inflación superior a la de otros bancos centrales, lo que en parte justifica que sus recortes estén siendo mucho más graduales que los de la Fed o el Banco de Inglaterra. También lo es que en sus últimos mensajes el BCE ha insistido en su celo anti inflacionista y en los riesgos de abaratar en exceso el coste del crédito. Sin embargo, la contundencia de los argumentos para recortar tipos resulta tan clara que una pausa ahora sería muy difícil de entender y de justificar, más aún que aquella extemporánea subida de tipos del pasado mes de julio que se demostró después innecesaria. El BCE, además, demostró ya, con su recorte de 75 pb de diciembre, que finalmente se ha hecho cargo de la gravedad de la situación y ha entendido la singular asimetría de los riesgos actuales.

El 2% es la apuesta más clara.


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Creo que la primera respuesta es que sí debería hacerlo y los argumentos son variados:

1) Una decisión distinta demostraría, como mínimo, un fallo en la comunicación al mercado, puesto que uno de los objetivos de todo banco central creíble es ser previsible.

2) Los indicadores económicos globales y europeos han acentuado en las últimas semanas las perspectivas de una recesión profunda y duradera. El ritmo de contracción de la actividad, en tasa anualizada, puede situarse entre el 3% y el 4% entre el pasado trimestre y el actual y no resulta descabellado anticipar un retroceso del PIB en el conjunto de 2009 de al menos el 2%.

3) Paralelamente, la inflación, que ya se sitúa en el 1,6%, puede alcanzar tasas negativas en el segundo trimestre del año, alimentando el fantasma de una deflación sostenida, fenómeno especialmente dañino para la actividad económica. El mercado, además, anticipa ese riesgo, no el contrario.

4) La globalidad y la intensidad de la crisis económica y financiera hace que el equilibrio de riesgos de la política monetaria sea claramente asimétrico: el riesgo de provocar inflación con recortes excesivos resulta insignificante al lado del de no poder contener la recesión y la deflación.

5) No actuar o recortar menos de 50 pb sería una señal de gradualismo del todo chirriante en el contexto actual y favorecería cierto repunte de las curvas de tipos de mercado y de la cotización del euro, lo que tendería a reforzar las dificultades económicas.

¿Y lo hará? ¿Situará el BCE su tipo de referencia mañana en el 2%? Muy probablemente sí. Es verdad que se trata de una institución con clara vocación gradualista, con cierta dificultad para generar consensos y con una vocación de lucha contra la inflación superior a la de otros bancos centrales, lo que en parte justifica que sus recortes estén siendo mucho más graduales que los de la Fed o el Banco de Inglaterra. También lo es que en sus últimos mensajes el BCE ha insistido en su celo anti inflacionista y en los riesgos de abaratar en exceso el coste del crédito. Sin embargo, la contundencia de los argumentos para recortar tipos resulta tan clara que una pausa ahora sería muy difícil de entender y de justificar, más aún que aquella extemporánea subida de tipos del pasado mes de julio que se demostró después innecesaria. El BCE, además, demostró ya, con su recorte de 75 pb de diciembre, que finalmente se ha hecho cargo de la gravedad de la situación y ha entendido la singular asimetría de los riesgos actuales.

El 2% es la apuesta más clara.

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