En línea con lo esperado por todo el mundo, el BCE decidió ayer, por segundo mes consecutivo, mantener en el 4,25% su tipo de interés de referencia. Con la inflación europea cerca del 4,8% (el BCE aspira a situarla por debajo del 2%), negociaciones salariales al alza y la proximidad de la última subida de tipos (julio), un recorte habría sido muy difícil de explicar. Pero también lo habría sido un nuevo incremento, considerando que el petróleo —y con él la inflación— ya ha dado claras muestras de haber empezado un cambio de tendencia, que el PIB europeo se contrajo un 0,2% en el segundo trimestre y que las perspectivas para el tercero no son mucho mejores.
Constatada la falta de sorpresa de la decisión, la cuestión relevante es: ¿ha aportado la conferencia de prensa posterior de Trichet alguna novedad sobre las intenciones del banco central de cara a los próximos meses?
Y la respuesta es que apenas hay novedades. Es relevante el nuevo reconocimiento del deterioro económico y de sus riesgos a la baja, así como la constatación de una modesta reconducción en el crecimiento de la oferta monetaria y el crédito al sector privado. Aún así, la insistencia en los riesgos inflacionistas —en especial los de “segunda vuelta”, ligados sobre todo a las negociaciones salariales— y la afirmación de no se alcanzará el objetivo de estabilidad de precios hasta 2010 han seguido manteniendo un tono básico de firmeza y equilibrio en el mensaje.
La reiteración de la ausencia de “sesgo” en la política monetaria subraya la idea básica de la comparecencia del mes anterior: no habrá previsiblemente movimientos de tipos en los próximos meses. La publicación de las proyecciones de crecimiento e inflación de los técnicos del BCE apuntalan aún más la idea, puesto que el crecimiento se revisa a la baja (1,4% en 2008 y 1,7% en 2009) y la inflación al alza (3,5% y 2,3%) respecto a las estimaciones de hace tres meses.
¿Qué va a pasar con los tipos en 2009? El mercado se resiste aún a apostar por recortes claros de tipos, pero sigo pensando que esa será la evolución más probable. El estancamiento económico, en un contexto de globalización de la desaceleración, se mostrará más persistente de lo que ahora parece creer el BCE y el descenso de la inflación puede también ser más rápido de lo previsto, de manera que el 2% pueda alcanzarse ya en 2009. En consecuencia, la puerta a las bajadas de tipos puede empezar a abrirse en el primer trimestre de ese año.
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