Los resultados económicos de América Latina en los últimos años han sido espectaculares. La región que en algún momento fue conocida como la del “pecado original” ha estado inmersa en un círculo virtuoso, que la ha permitido crecer, reduciendo la inflación y el déficit público, así como la dependencia externa. Por tanto, el elevado crecimiento del período 2002-2007 (4%) ha venido acompañado de una reducción de los desequilibrios y, sobre todo, de la deuda externa que ahora representa un 24% del PIB, frente al 40% del año 2000. Esta mejora del riesgo económico, así como de los de liquidez y solvencia han sido reconocidos por los inversores internacionales y por las agencias de “rating”. Sólo en el último año se elevaron las calificaciones de Brasil, Perú, México, Colombia, Uruguay, Paraguay y Ecuador y, lo que es más importante, los dos primeros países han pasado a tener “rating” de inversión, uniéndose al grupo de Chile y México.
Este comportamiento positivo de la región se ha originado en:
1) Una importante mejora de la relación real de intercambio debido a la subida del precio de las materias primas. América Latina ha tenido suerte, pero ha sabido aprovechar esa buena suerte.
2) Mejora en la gestión macroeconómica y en la calidad de las instituciones. La ortodoxia ha presidido las decisiones de política económica y en sólo una década los bancos centrales de países que no hace tanto experimentaron hiperinflaciones se han ganado el respeto de los mercados. A destacar el caso de Brasil, con un bancos central que se le denomina en algunos círculos como “el nuevo Bundesbank”.
3) Desarrollo de sistemas fiscales modernos y eficientes, lo que ha permitido aumentar la recaudación en porcentaje de PIB y consolidar en buen número de países un superávit primario.
Esta credibilidad ganada en los últimos años se ha reflejado en el comportamiento de los mercados financieros y las primas de riesgo desde el verano pasado. Por ejemplo, las cesiones en las bolsas (-5%) están siendo más limitadas que las de otras áreas geográficas: en las economías desarrolladas han caído un 21%, 18% en Asia (destacando China, con -27%) y Europa emergente -10,0%. Muy estable ha sido el comportamiento de las primas de riesgo que para América Latina se sitúan en torno a los 300 pb, frente a valores superiores a los 1000 pb que marcaran a comienzos de 2002. De hecho, según un estudio del FMI, en el periodo 1998-1999 y 2002-2003, por cada punto básico de subida en los spreads corporativos con rating especulativo en EEUU, el Embi+ subía 1,6 p.p.. Ahora, este incremento es sólo de 0,4 p.p. Y en el terreno cambiario, la debilidad del dólar se ha traducido en una sustancial apreciación de las principales divisas, destacando el caso del real brasileño, que acumula desde el inicio de la crisis más de una ganancia frente al dólar de casi un 15%, lo que la convierte en la divisa más potente de la región. Además, el elevado nivel de reservas acumuladas en el área (más de 500 m.m. usd, casi el 8% de las reservas mundiales), representa un importante colchón para frenar un eventual ataque a sus divisas.
Pese a lo innegable de los avances realizados y a la fortaleza de mostrada ante las turbulencias financieras, no conviene bajar la guardia ante la evolución que está mostrando la inflación. Pese a la apreciación que las principales divisas han mostrado frente al dólar, el encarecimiento del petróleo y, sobre todo, de algunos alimentos básicos, está disparando la inflación por encima de los objetivos establecidos por los bancos centrales. De hecho, las previsiones apuntan a que la inflación podría alcanzar en 2008-2009 los niveles más elevados de los últimos años, lo que está obligando a las autoridades monetarias a subir los tipos de interés, aún a riesgo de frenar más el ritmo de crecimiento de sus economías. Así, desde el estallido de la crisis en julio de 2007, Chile 200 pb (7,25%), Perú 125 pb (6,0%), 75 pb en México (8,0%) y Brasil (12,25%) y Colombia 50 pb (9,75%) han subido los tipos de interés. Si América Latina consigue superar esta crisis global manteniendo la confianza de los inversores internacionales y, por tanto, la ortodoxia de su política económica, puede ser un respaldo definitivo a la región de cara al medio plazo.
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