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    [post_content] => Ayer mismo en el blog, el profesor Antonio Zamora escribía sobre la más que probable subida de tipos con la que nos obsequiará el presidente del BCE en el mes de julio. Además, en el improbable caso de que no los subiera, ya la curva del euribor ha respondido con un tensionamiento de todos los plazos y, especialmente, con una subida del vencimiento a 12 meses hasta el 5,43%, tipo al que se referencian buena parte de los contratos financieros: préstamos hipotecarios, consumo, líneas de financiación a empresas, etc.


Esta no es precisamente la mejor noticia para economías como la española, italiana o irlandesa, sumidas en un importante ajuste a la baja de la actividad. Casi la única esperanza que teníamos para la segunda parte del año era una reducción de los tipos euribor, bien por un descenso de las primas de riesgo en el mercado interbancario, bien por una rebaja de los tipos oficiales. Ninguno de los dos supuestos parece que se va a cumplir, lo que unido a un euro sobreapreciado conforma las condiciones monetarias más exigentes desde hace muchos años. Todos nos preguntamos si esta es la mejor medicina para un aumento de la inflación que no tiene su origen en un recalentamiento de la demanda, pero lo que parece muy probable es que este ataque de ortodoxia monetaria, digno de la etapa más dura del Bundesbank, va a terminar provocando un importante enfriamiento de la actividad en Europa. Lo que seguramente obligará a bajar los tipos de interés en 2009, algo de lo que escribiremos otro día.

De momento, el empeoramiento de las condiciones financieras para familias y empresas agravará el ajuste del consumo e inversión en España. Y, en el caso de la economía española preocupa especialmente la evolución del gasto privado (60% del PIB), muy deteriorado en los últimos meses por el aumento del desempleo y por la erosión en la capacidad de compra provocada por la inflación. Además, la subida de los tipos de referencia hipotecarios complicará la mejora de la accesibilidad a la vivienda de los demandantes potenciales (actualmente en el 45% de los ingresos), al centrar esa corrección en el ajuste del precio.

Las divergencias en los ciclos de actividad entre regiones son uno de los mayores problemas de las áreas monetarias. Durante diez años eso se nos había olvidado, al beneficiarnos en términos de crecimiento y empleo de unos tipos de interés excesivamente laxos para nuestro elevadísimo crecimiento nominal. Ahora que nuestra posición cíclica ha cambiado en términos relativos sufriremos por la falta de autonomía monetaria. Con todo ello, me temo que nos espera una nueva ronda de revisiones a la baja de la previsión de crecimiento para la economía española, que va a situarse muy cerca del estancamiento en los próximos trimestres.



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13
Jun

Nuevos problemas para la economía española

Escrito el 13 junio 2008 por José Ramón Diez Guijarro en Uncategorized

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Esta no es precisamente la mejor noticia para economías como la española, italiana o irlandesa, sumidas en un importante ajuste a la baja de la actividad. Casi la única esperanza que teníamos para la segunda parte del año era una reducción de los tipos euribor, bien por un descenso de las primas de riesgo en el mercado interbancario, bien por una rebaja de los tipos oficiales. Ninguno de los dos supuestos parece que se va a cumplir, lo que unido a un euro sobreapreciado conforma las condiciones monetarias más exigentes desde hace muchos años. Todos nos preguntamos si esta es la mejor medicina para un aumento de la inflación que no tiene su origen en un recalentamiento de la demanda, pero lo que parece muy probable es que este ataque de ortodoxia monetaria, digno de la etapa más dura del Bundesbank, va a terminar provocando un importante enfriamiento de la actividad en Europa. Lo que seguramente obligará a bajar los tipos de interés en 2009, algo de lo que escribiremos otro día.

De momento, el empeoramiento de las condiciones financieras para familias y empresas agravará el ajuste del consumo e inversión en España. Y, en el caso de la economía española preocupa especialmente la evolución del gasto privado (60% del PIB), muy deteriorado en los últimos meses por el aumento del desempleo y por la erosión en la capacidad de compra provocada por la inflación. Además, la subida de los tipos de referencia hipotecarios complicará la mejora de la accesibilidad a la vivienda de los demandantes potenciales (actualmente en el 45% de los ingresos), al centrar esa corrección en el ajuste del precio.

Las divergencias en los ciclos de actividad entre regiones son uno de los mayores problemas de las áreas monetarias. Durante diez años eso se nos había olvidado, al beneficiarnos en términos de crecimiento y empleo de unos tipos de interés excesivamente laxos para nuestro elevadísimo crecimiento nominal. Ahora que nuestra posición cíclica ha cambiado en términos relativos sufriremos por la falta de autonomía monetaria. Con todo ello, me temo que nos espera una nueva ronda de revisiones a la baja de la previsión de crecimiento para la economía española, que va a situarse muy cerca del estancamiento en los próximos trimestres.



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Ayer mismo en el blog, el profesor Antonio Zamora escribía sobre la más que probable subida de tipos con la que nos obsequiará el presidente del BCE en el mes de julio. Además, en el improbable caso de que no los subiera, ya la curva del euribor ha respondido con un tensionamiento de todos los plazos y, especialmente, con una subida del vencimiento a 12 meses hasta el 5,43%, tipo al que se referencian buena parte de los contratos financieros: préstamos hipotecarios, consumo, líneas de financiación a empresas, etc.


Esta no es precisamente la mejor noticia para economías como la española, italiana o irlandesa, sumidas en un importante ajuste a la baja de la actividad. Casi la única esperanza que teníamos para la segunda parte del año era una reducción de los tipos euribor, bien por un descenso de las primas de riesgo en el mercado interbancario, bien por una rebaja de los tipos oficiales. Ninguno de los dos supuestos parece que se va a cumplir, lo que unido a un euro sobreapreciado conforma las condiciones monetarias más exigentes desde hace muchos años. Todos nos preguntamos si esta es la mejor medicina para un aumento de la inflación que no tiene su origen en un recalentamiento de la demanda, pero lo que parece muy probable es que este ataque de ortodoxia monetaria, digno de la etapa más dura del Bundesbank, va a terminar provocando un importante enfriamiento de la actividad en Europa. Lo que seguramente obligará a bajar los tipos de interés en 2009, algo de lo que escribiremos otro día.

De momento, el empeoramiento de las condiciones financieras para familias y empresas agravará el ajuste del consumo e inversión en España. Y, en el caso de la economía española preocupa especialmente la evolución del gasto privado (60% del PIB), muy deteriorado en los últimos meses por el aumento del desempleo y por la erosión en la capacidad de compra provocada por la inflación. Además, la subida de los tipos de referencia hipotecarios complicará la mejora de la accesibilidad a la vivienda de los demandantes potenciales (actualmente en el 45% de los ingresos), al centrar esa corrección en el ajuste del precio.

Las divergencias en los ciclos de actividad entre regiones son uno de los mayores problemas de las áreas monetarias. Durante diez años eso se nos había olvidado, al beneficiarnos en términos de crecimiento y empleo de unos tipos de interés excesivamente laxos para nuestro elevadísimo crecimiento nominal. Ahora que nuestra posición cíclica ha cambiado en términos relativos sufriremos por la falta de autonomía monetaria. Con todo ello, me temo que nos espera una nueva ronda de revisiones a la baja de la previsión de crecimiento para la economía española, que va a situarse muy cerca del estancamiento en los próximos trimestres.

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