Si el año 2007 fue todo un reto para los analistas macroeconómicos y los gestores de inversiones, no parece que en este año nos vayamos a aburrir. La mayoría teníamos bastante claro que en estos primeros meses del año la situación se iba a complicar según se fuera haciendo patente en los indicadores macroeconómicos los efectos retardados de las turbulencias de este verano; pero la rapidez e intensidad del deterioro de la actividad están siendo superiores a lo esperado. El escenario continúa estando muy abierto pero aumenta la probabilidad asignada a un aterrizaje brusco de la economía americana. Y después de la publicación del negativo dato de empleo en diciembre y del descenso de la confianza de los empresarios del sector manufacturero por debajo de 50, parece que el pesimismo empieza a imponerse.
Fechar una recesión es algo tan complicado –la regla de dos trimestres consecutivos con crecimiento negativo es sólo una simplificación- que muchas veces tienen que pasar años hasta que se tiene certeza de su existencia. En ese sentido no hagan caso a los que declaran que la economía americana ya está en recesión, pues no pueden saberlo. Lo que a estas alturas sí parece claro es que durante los próximos dos años los crecimientos en los principales países desarrollados se van a situar claramente por debajo de los ritmos potenciales.
Pero la desconfianza es difícil de parar y de los grandes bancos de inversión americanos ya hay tres (Morgan Stanley, Merrill Lynch y Goldman Sachs) que contemplan algo muy parecido a una recesión, mientras el gobernador de la FED ayer mismo dejaba claro que en estos momentos sólo le preocupa la evolución de la actividad en EEUU y, por tanto, tomará todas las medidas necesarias para evitar un deterioro adicional de la misma. Hablando en plata, en un año de elecciones, con la política fiscal sin margen de maniobra y con el sistema financiero muy tocado, es momento de bajar tipos al menos hasta la zona del 3%. Alguien puede pensar que esto no es más que una repetición de los errores de principios de esta década cuando unos tipos excesivamente bajos provocaron los problemas actuales o, visto de otra forma, una cesión ante las presiones de los mercados y el sistema financiero americano. Puede ser, pero a corto plazo hay que frenar la hemorragia. Por cierto, tampoco está mal el momento elegido por Moody´s para advertir de que si EEUU no realiza reformas de calado que permitan mejorar la posición estructural de sus cuentas públicas, puede perder la calificación de AAA en los próximos 10 años.
Pero lo chocante es que mientras tanto el BCE nos amenaza con……¡subidas de tipos! Está bien que no quiera permitir un cambio de tendencia en las expectativas de los mercados, pero a veces parece que sus miembros viven en una torre de marfil en la que no se enteran de nada. Como la FED baje tipos hasta los niveles comentados anteriormente y el BCE se mantenga como Don Tancredo, el euro puede acercarse a la zona de 1,60. Entonces seguramente Londres se acercará a California, perdón Frankfurt a Washington.
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