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Quinto Centenario del nacimiento de Andrés de Urdaneta (y II)

La semana pasada escribí en este blog de economía sobre la ruta marítima que descubrió Andrés de Urdaneta entre Asia y América [1], y que desde 1565 hasta 1815, conectó Manila con Acapulco con pocas interrupciones durante 250 años.

Al poco de iniciarse la presencia española en Filipinas, empezaron a arribar a Manila juncos con comerciantes chinos que ofrecían, no sólo productos alimenticios, sino todo tipo de mercaderías como sedas, tapices, porcelanas, muebles y otros artículos de lujo procedentes de China, Indochina, Japón y hasta de India y Persia. Estos productos se embarcaban en el Galeón hacia Nueva España (el actual México), donde se vendían en una feria que se celebraba en el mismo Acapulco. En su viaje de vuelta hacia Manila, el Galeón transportaba algún producto de Nueva España, pero sobre todo la plata con la que se pagaban las mercaderías orientales. Es decir, Asia vendía a América las manufacturas de la época, que eran muy apreciadas por su refinamiento. Y a cambio, América pagaba con una materia prima que tenía abundantemente: la plata mexicana, que era muy apreciada en Asia pues era muy escasa (de hecho, los reales de plata acuñados en México fueron moneda de curso legal en China). Manila simplemente se convirtió en la ciudad intermediaria de este comercio, lo que permitió a sus habitantes vivir de las ganancias que dejaba el Galeón.
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Si analizamos hoy el creciente comercio entre América Latina y Asia, nos encontramos con que poco han cambiado las cosas desde la época del Galeón. Asia, y especialmente China, siguen vendiendo manufacturas. Sólo que ya no son las sedas, porcelanas o tapices de antaño, sino textiles, aparatos electrónicos o vehículos de transporte. Y a cambio, América Latina sigue vendiendo a Asia, y especialmente a China, materias primas como cobre, petróleo, soja o harina de pescado.


Pero todavía hay más. La llegada de las sedas chinas a Nueva España en el último tercio del siglo XVI, acabó con la incipiente industria local de la seda. La seda novohispana, no pudo competir con la que el Galeón traía de Asia. Hoy en día estamos viendo como también se repite el mismo proceso. La invasión de textiles chinos está poniendo en jaque a las industrias textiles de México, Centroamérica, Colombia o República Dominicana. Pues no sólo inunda los mercados locales, sino que también les resta ventas en el que es su principal mercado de exportación: Estados Unidos.

Hoy en día, China se ha convertido en un poderoso aliado de las economías latinoamericanas que tienen lo que el gigante asiático necesita: materias primas. Pero en cambio, es un peligroso competidor para la industria manufacturera local. De ahí con que nos encontremos con que hay países como Chile, Brasil o Perú que, gracias a sus exportaciones de materias primas y al alto precio que han alcanzado éstas, mantienen fuertes superávit comerciales con China, y otros como México o los países de Centroamérica, cuyo déficit es creciente, puesto que carecen de las materias primas que demanda el coloso asiático. En resumen, analizando un poco la historia, vemos que las cosas han cambiado poco desde el siglo XVI.