Hace unos días se publicó un nuevo estudio (otro más) en torno al impacto del cambio climático en la actividad empresarial. En esta ocasión KPMG y el GRI (Global Reporting Initiative) pretendían identificar las pautas de comunicación de las empresas más importantes sobre los riesgos y oportunidades de negocio que perciben como consecuencia del cambio climático. El informe, titulado “Reporting the Business Implications of Climate Change in Sustainability Reports” fue elaborado a partir del análisis de una muestra de informes anuales de sostenibilidad publicados por compañías que forman parte de la lista FT 500 del Financial Times y que siguen los principios de información del GRI. La lista incluye a empresas como HSBC Holdings Plc., el mayor banco Europeo por valor de mercado; Nomura Holdings Inc., el grupo de servicios financieros líder en Japón; o Microsoft Corp., la mayor compañía de software del planeta.
El estudio de KPMG y GRI concluye que tan sólo una quinta parte de las compañías estudiadas reporta (¿percibe?) algún riesgo en sus negocios derivado del calentamiento global. Una gran mayoría únicamente informa sobre sus oportunidades.
Sin duda, la mayor parte de los individuos que forman estas empresas comprende que se trata de un serio, potencialmente muy serio, problema medioambiental que afecta a todos cuantos habitamos en este planeta. Sin embargo, aparentemente, muy pocos directivos o empresarios están valorando las implicaciones del cambio climático en sus propios negocios. Numerosas razones podrían justificar esta aparente falta de atención empresarial sobre el problema. Existe aún una notable incertidumbre científica sobre las consecuencias del cambio climático, y los políticos y economistas aún debaten los costes y beneficios de tomar determinadas decisiones en este campo. Por otra parte, cualquier intento de solución requiere una acción coordinada de numerosas naciones, lo que implica complicados y lentos procesos de negociación a nivel internacional. Sin embargo, los directivos no deben interpretar la falta de decisión política como una señal de que el problema puede ser ignorado. Tanto el impacto de una atmósfera incierta como las propias medidas para minimizar ese impacto pueden afectar potencialmente al modo de hacer negocios en prácticamente cualquier sector económico. Así, para algunas industrias el cambio climático puede representar una amenaza a su rentabilidad e incluso a su propia supervivencia. Sin duda para otras puede abrir numerosas oportunidades de mercado.
Las implicaciones de este problema para los negocios provienen de dos fuentes. La primera y más directa, es el daño causado a industrias que dependen de un clima estable y predecible, como por ejemplo la agricultura, el turismo o el sector asegurador. Los gestores de estas industrias deberían valorar cuidadosamente las implicaciones sobre sus resultados de una mayor variabilidad en los patrones climáticos, así como considerar el posible traslado de su actividad a otra zona. La otra fuente de impactos proviene las acciones emprendidas por los gobiernos, a nivel nacional e internacional, para prevenir o reducir el cambio climático. Obviamente, el sector energético es el que más directamente se ve afectado por la política climática, pero sus repercusiones se extenderán progresivamente a todos los negocios intensivos en el uso de energía, principalmente la manufactura.
El sector agrícola español depende de las favorables condiciones del clima mediterráneo para alcanzar sus buenos resultados en la producción de vino, oliva o cítricos. Sin embargo, el cambio climático puede afectar dramáticamente al delicado balance entre el soleado verano y las escasas lluvias de invierno. Los períodos de sequía en años recientes han sido claramente costosos para nuestra agricultura y pueden ser presagio de futuras pérdidas. Del mismo modo, la industria española del turismo tiene motivos para sentirse preocupada. Los inviernos secos y poco fríos pueden devastar el sector de los deportes de invierno, por ejemplo. Las últimas temporadas de esquí han sido más cortas, o incluso han desaparecido, debido a la falta de nieve en las estaciones. El turismo costero puede igualmente verse afectado si el nivel del mar continúa creciendo y haciendo retroceder las líneas de playa. Algunos expertos estiman que en 50 años el crecimiento del nivel del mar y la erosión podrían llegar a eliminar gran parte de las playas a lo largo del litoral mediterráneo español. Imaginemos, en un caso extremo, las consecuencias para el sector turístico español si el calentamiento global provocara un clima mediterráneo en las playas de Gran Bretaña y convirtiera la Costa del Sol en el Sahara. Un clima más errático también amenaza al sector asegurador. Las diferentes catástrofes climatológicas acaecidas durante el año 2005 costaron a la economía mundial cerca de 255.000 millones de dólares, un importe cercano al PIB danés. Buena parte de este importe fue soportado por las compañías de seguros.
Mientras que la agricultura, el turismo, los seguros y otros sectores pueden verse dañados por el cambio climático, los negocios intensivos en el uso de energía pueden verse afectados por los esfuerzos por prevenir el problema. Numerosas compañías petroleras, así como la mayor parte de naciones pertenecientes a la OPEP, son plenamente conscientes de los efectos negativos que pueden tener sobre sus ingresos los esfuerzos internacionales por controlar el cambio climático. Las restricciones derivadas del Protocolo de Kioto se deberían traducir de modo directo en un menor uso mundial de combustibles fósiles como el carbón y el petróleo, y en pérdidas económicas para compañías como Exxon y Shell. Los científicos estiman que para estabilizar la atmósfera terrestre sería necesaria una reducción del 60% en la producción de CO2. Una reducción en el uso de combustibles fósiles de esta magnitud implicaría cambios profundos en prácticamente todos los sectores de la economía mundial, desde el transporte hasta la construcción.
Frente a la amenaza que suponen para gran parte de las compañías petroleras, las medidas para la reducción de la producción mundial de CO2 pueden generar enormes oportunidades de negocio para nuevas empresas que propongan fuentes alternativas a los combustibles fósiles. Los negocios y la sociedad continuarán consumiendo energía, pero deberemos encontrar otras vías para generarla más limpiamente y para consumirla de modo más eficiente. De modo evidente, las energías renovables están llamadas a incrementar su importancia en los mercados energéticos en las próximas décadas. De igual modo, las tecnologías de la información e Internet permitirán incrementar la eficiencia en el uso de la energía, asegurando que la cantidad adecuada de energía sea servida en el lugar y momento adecuados. La futura industria energética será probablemente tan dinámica y rentable como lo son hoy día las industrias de alta tecnología.
En conclusión, aunque todos los directivos y empresarios pueden beneficiarse de una evaluación cuidadosa sobre los impactos del cambio climático en sus negocios, se trata de un ejercicio complejo, debido a las numerosas interrelaciones entre los sectores productivos. A pesar la complejidad de este análisis, evaluar los diferentes escenarios de esta problemática permitiría a los directivos y empresarios diseñar estrategias que asegurarán no sólo la supervivencia de sus negocios, sino incluso la prosperidad de los mismos en una economía post-combustible fósil.
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