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    [post_content] => El pasado miércoles presentamos en el IE a la prensa y al sector los resultados de un estudio que desarrollamos hace algunos meses, en colaboración con PricewaterhouseCoopers España, sobre El Entorno Competitivo del Sector Eléctrico Europeo en los Escenarios Post-Kioto (Download file).

El régimen de cumplimiento en el periodo posterior al primero del Protocolo de Kioto (“post-Kioto”) se encuentra actualmente en discusión. El propio Protocolo estableció que las negociaciones sobre los compromisos posteriores al 2012 deberían comenzar como muy tarde en 2005 y acabar en 2005. Aunque, en principio, esta cuestión debiera haberse dilucidado en la Conferencia de las Partes (COP) celebrada en Montreal en diciembre de 2005, no se pudo llegar sino al acuerdo genérico de los países industrializados con respecto a la necesidad de “fijar nuevos compromisos de limitación de emisiones más allá de 2012”, así como a una referencia expresa a la necesidad de garantizar su continuidad más allá de 2012. En la COP celebrada en Nairobi en noviembre de 2006 de nuevo tan sólo se llegó al acuerdo de que en 2008 se llevará a cabo una nueva revisión del Protocolo de Kyoto, que podría dar lugar (o no) al año siguiente a la construcción de un régimen post-Kioto.




Sin embargo, la importancia de conocer ahora y en mayor detalle cuál será dicho régimen futuro es determinante, no sólo por motivos ambientales, sino también empresariales.

Los mencionados compromisos genéricos y no vinculantes no resultan suficientes para asegurar un clima propicio para la inversión en nuevas tecnologías y en proyectos de mitigación. La incertidumbre sobre ese régimen parece estar afectando ya al mercado del carbono y a la toma de decisiones de inversión en tecnologías y proyectos más limpios. Las inversiones en el sector de generación eléctrica tienen una vida útil de décadas y, por lo tanto, su periodo de amortización se extiende más allá de 2012. Según un estudio realizado en 2005 por la International Emissions Trading Association (IETA), el 60% del valor de reembolso del capital de una planta de generación eléctrica iniciada hoy tendrá lugar en los años posteriores a 2012.

Particularmente importante en este contexto es identificar bajo qué condiciones y en qué circunstancias tendrán valor con posterioridad al año 2012 las unidades de Kioto procedentes de proyectos de reducción de emisiones que se lleven a cabo en otros países. Esta cuestión resulta muy relevante desde el punto de vista de los potenciales inversores, pues afecta directamente a la rentabilidad de las inversiones ya realizadas o por realizar. Los inversores necesitan estar informados sobre qué escenario post-Kioto es más probable que de lugar a un reconocimiento del valor de mercado de las unidades de Kioto. En este sentido, identificar cuáles de entre los posibles regímenes post-Kioto son compatibles con el depósito de unidades de Kioto del primer al segundo periodo aporta información muy necesaria para los potenciales inversores en estos proyectos.

El estudio presentado aborda esta cuestión, identificando qué escenarios post-Kioto resultan más plausibles para el sector eléctrico europeo, así como el posible impacto de esos escenarios en las decisiones de inversión de este sector. La identificación de estas cuestiones se realizó mediante un proceso de encuesta y entrevistas directas a las principales empresas del sector en Europa.

Principales conclusiones del estudio:

1. La inexistencia de un régimen post-Kioto y, por tanto, la práctica ausencia de señales de precio suficientemente claras para las reducciones de emisiones logradas con posterioridad a 2012, están afectando negativamente a las actuales decisiones empresariales de inversión en actividades de mitigación, incrementando sus primas de riesgo y los costes de financiación. La importancia de conocer ahora y en mayor detalle cuál será dicho régimen futuro es determinante, no sólo por motivos ambientales, sino también empresariales. Resulta prioritario que se establezca cuanto antes el régimen post-Kioto, para asegurar que existe una continuidad en los esfuerzos de reducción de las emisiones.

2. La práctica totalidad de las empresas encuestadas esperan una continuación de las restricciones a las emisiones de carbono con posterioridad a 2012 aunque difieren en su percepción de la forma que podría adoptar un régimen post-Kioto. En todo caso, muchas de las empresas entrevistadas consideran la posibilidad de que no exista un régimen internacional de cumplimiento post-Kioto pero, aún en ese caso, son conscientes de que tendrían que controlar sus emisiones por estar sujetas al Sistema Europeo de Comercio de Emisiones (SECE).

3. Resulta urgente definir y consensuar a nivel internacional tanto los objetivos de reducción de las emisiones como los instrumentos de mitigación aceptados para su cumplimiento y, en particular, resulta necesario garantizar la continuidad del sistema internacional de comercio de emisiones previsto en el propio Protocolo. Es conveniente en términos ambientales pero también empresariales que la Unión Europea, y España como parte de ella, sigan liderando el proceso de negociación para llegar lo antes posible a un acuerdo internacional de mitigación post-Kioto en el marco de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC).

4. En este contexto de relativa incertidumbre, la actitud predominante entre las empresas eléctricas europeas parece haber sido la de diversificar sus actividades de control de las emisiones (incluyendo la compra de derechos de emisión europeos y la implicación en los proyectos del Mecanismo de Desarrollo Limpio, MDL) en función de los costes de las distintas opciones, junto con un mayor énfasis en las líneas de negocio que son rentables con independencia de la mitigación de las emisiones pero a las cuales la mitigación aporta una razón añadida para su realización (inversión en ciclos combinados de gas y en renovables). Cabe mencionar que la mitad de las empresas encuestadas estima que la energía nuclear podría tomar mayor peso en su mix de generación en el medio plazo (entre el año 2015 y el 2025).

5. La incertidumbre sobre la propia existencia de un régimen post-Kioto y sobre los elementos clave de su diseño (objetivos, posibilidad de comercio de emisiones, distribución de los derechos de emisión) está teniendo, claramente, un efecto desincentivador en la realización de actividades de mitigación que se extiendan mas allá de 2012. Esto, junto con los propios costes de transacción y riesgos asociados a la realización de proyectos de MDL, lleva a la mayoría de las empresas a no implicarse excesivamente en los proyectos del MDL.

En definitiva, la ausencia de objetivos definidos en un futuro régimen post-Kioto está afectando a la financiación de los proyectos de reducción, incrementando las primas de riesgo y los costes de financiación. Si se pretende alcanzar los objetivos planteados en el actual régimen, resulta urgente e imprescindible facilitar a los inversores señales más claras sobre su continuidad.

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20
Jul

Escenarios post-Kioto

Escrito el 20 julio 2007 por Javier Carrillo en Energía, medio ambiente y cambio climático

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El régimen de cumplimiento en el periodo posterior al primero del Protocolo de Kioto (“post-Kioto”) se encuentra actualmente en discusión. El propio Protocolo estableció que las negociaciones sobre los compromisos posteriores al 2012 deberían comenzar como muy tarde en 2005 y acabar en 2005. Aunque, en principio, esta cuestión debiera haberse dilucidado en la Conferencia de las Partes (COP) celebrada en Montreal en diciembre de 2005, no se pudo llegar sino al acuerdo genérico de los países industrializados con respecto a la necesidad de “fijar nuevos compromisos de limitación de emisiones más allá de 2012”, así como a una referencia expresa a la necesidad de garantizar su continuidad más allá de 2012. En la COP celebrada en Nairobi en noviembre de 2006 de nuevo tan sólo se llegó al acuerdo de que en 2008 se llevará a cabo una nueva revisión del Protocolo de Kyoto, que podría dar lugar (o no) al año siguiente a la construcción de un régimen post-Kioto.




Sin embargo, la importancia de conocer ahora y en mayor detalle cuál será dicho régimen futuro es determinante, no sólo por motivos ambientales, sino también empresariales.

Los mencionados compromisos genéricos y no vinculantes no resultan suficientes para asegurar un clima propicio para la inversión en nuevas tecnologías y en proyectos de mitigación. La incertidumbre sobre ese régimen parece estar afectando ya al mercado del carbono y a la toma de decisiones de inversión en tecnologías y proyectos más limpios. Las inversiones en el sector de generación eléctrica tienen una vida útil de décadas y, por lo tanto, su periodo de amortización se extiende más allá de 2012. Según un estudio realizado en 2005 por la International Emissions Trading Association (IETA), el 60% del valor de reembolso del capital de una planta de generación eléctrica iniciada hoy tendrá lugar en los años posteriores a 2012.

Particularmente importante en este contexto es identificar bajo qué condiciones y en qué circunstancias tendrán valor con posterioridad al año 2012 las unidades de Kioto procedentes de proyectos de reducción de emisiones que se lleven a cabo en otros países. Esta cuestión resulta muy relevante desde el punto de vista de los potenciales inversores, pues afecta directamente a la rentabilidad de las inversiones ya realizadas o por realizar. Los inversores necesitan estar informados sobre qué escenario post-Kioto es más probable que de lugar a un reconocimiento del valor de mercado de las unidades de Kioto. En este sentido, identificar cuáles de entre los posibles regímenes post-Kioto son compatibles con el depósito de unidades de Kioto del primer al segundo periodo aporta información muy necesaria para los potenciales inversores en estos proyectos.

El estudio presentado aborda esta cuestión, identificando qué escenarios post-Kioto resultan más plausibles para el sector eléctrico europeo, así como el posible impacto de esos escenarios en las decisiones de inversión de este sector. La identificación de estas cuestiones se realizó mediante un proceso de encuesta y entrevistas directas a las principales empresas del sector en Europa.

Principales conclusiones del estudio:

1. La inexistencia de un régimen post-Kioto y, por tanto, la práctica ausencia de señales de precio suficientemente claras para las reducciones de emisiones logradas con posterioridad a 2012, están afectando negativamente a las actuales decisiones empresariales de inversión en actividades de mitigación, incrementando sus primas de riesgo y los costes de financiación. La importancia de conocer ahora y en mayor detalle cuál será dicho régimen futuro es determinante, no sólo por motivos ambientales, sino también empresariales. Resulta prioritario que se establezca cuanto antes el régimen post-Kioto, para asegurar que existe una continuidad en los esfuerzos de reducción de las emisiones.

2. La práctica totalidad de las empresas encuestadas esperan una continuación de las restricciones a las emisiones de carbono con posterioridad a 2012 aunque difieren en su percepción de la forma que podría adoptar un régimen post-Kioto. En todo caso, muchas de las empresas entrevistadas consideran la posibilidad de que no exista un régimen internacional de cumplimiento post-Kioto pero, aún en ese caso, son conscientes de que tendrían que controlar sus emisiones por estar sujetas al Sistema Europeo de Comercio de Emisiones (SECE).

3. Resulta urgente definir y consensuar a nivel internacional tanto los objetivos de reducción de las emisiones como los instrumentos de mitigación aceptados para su cumplimiento y, en particular, resulta necesario garantizar la continuidad del sistema internacional de comercio de emisiones previsto en el propio Protocolo. Es conveniente en términos ambientales pero también empresariales que la Unión Europea, y España como parte de ella, sigan liderando el proceso de negociación para llegar lo antes posible a un acuerdo internacional de mitigación post-Kioto en el marco de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC).

4. En este contexto de relativa incertidumbre, la actitud predominante entre las empresas eléctricas europeas parece haber sido la de diversificar sus actividades de control de las emisiones (incluyendo la compra de derechos de emisión europeos y la implicación en los proyectos del Mecanismo de Desarrollo Limpio, MDL) en función de los costes de las distintas opciones, junto con un mayor énfasis en las líneas de negocio que son rentables con independencia de la mitigación de las emisiones pero a las cuales la mitigación aporta una razón añadida para su realización (inversión en ciclos combinados de gas y en renovables). Cabe mencionar que la mitad de las empresas encuestadas estima que la energía nuclear podría tomar mayor peso en su mix de generación en el medio plazo (entre el año 2015 y el 2025).

5. La incertidumbre sobre la propia existencia de un régimen post-Kioto y sobre los elementos clave de su diseño (objetivos, posibilidad de comercio de emisiones, distribución de los derechos de emisión) está teniendo, claramente, un efecto desincentivador en la realización de actividades de mitigación que se extiendan mas allá de 2012. Esto, junto con los propios costes de transacción y riesgos asociados a la realización de proyectos de MDL, lleva a la mayoría de las empresas a no implicarse excesivamente en los proyectos del MDL.

En definitiva, la ausencia de objetivos definidos en un futuro régimen post-Kioto está afectando a la financiación de los proyectos de reducción, incrementando las primas de riesgo y los costes de financiación. Si se pretende alcanzar los objetivos planteados en el actual régimen, resulta urgente e imprescindible facilitar a los inversores señales más claras sobre su continuidad.

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El régimen de cumplimiento en el periodo posterior al primero del Protocolo de Kioto (“post-Kioto”) se encuentra actualmente en discusión. El propio Protocolo estableció que las negociaciones sobre los compromisos posteriores al 2012 deberían comenzar como muy tarde en 2005 y acabar en 2005. Aunque, en principio, esta cuestión debiera haberse dilucidado en la Conferencia de las Partes (COP) celebrada en Montreal en diciembre de 2005, no se pudo llegar sino al acuerdo genérico de los países industrializados con respecto a la necesidad de “fijar nuevos compromisos de limitación de emisiones más allá de 2012”, así como a una referencia expresa a la necesidad de garantizar su continuidad más allá de 2012. En la COP celebrada en Nairobi en noviembre de 2006 de nuevo tan sólo se llegó al acuerdo de que en 2008 se llevará a cabo una nueva revisión del Protocolo de Kyoto, que podría dar lugar (o no) al año siguiente a la construcción de un régimen post-Kioto.


Sin embargo, la importancia de conocer ahora y en mayor detalle cuál será dicho régimen futuro es determinante, no sólo por motivos ambientales, sino también empresariales.

Los mencionados compromisos genéricos y no vinculantes no resultan suficientes para asegurar un clima propicio para la inversión en nuevas tecnologías y en proyectos de mitigación. La incertidumbre sobre ese régimen parece estar afectando ya al mercado del carbono y a la toma de decisiones de inversión en tecnologías y proyectos más limpios. Las inversiones en el sector de generación eléctrica tienen una vida útil de décadas y, por lo tanto, su periodo de amortización se extiende más allá de 2012. Según un estudio realizado en 2005 por la International Emissions Trading Association (IETA), el 60% del valor de reembolso del capital de una planta de generación eléctrica iniciada hoy tendrá lugar en los años posteriores a 2012.

Particularmente importante en este contexto es identificar bajo qué condiciones y en qué circunstancias tendrán valor con posterioridad al año 2012 las unidades de Kioto procedentes de proyectos de reducción de emisiones que se lleven a cabo en otros países. Esta cuestión resulta muy relevante desde el punto de vista de los potenciales inversores, pues afecta directamente a la rentabilidad de las inversiones ya realizadas o por realizar. Los inversores necesitan estar informados sobre qué escenario post-Kioto es más probable que de lugar a un reconocimiento del valor de mercado de las unidades de Kioto. En este sentido, identificar cuáles de entre los posibles regímenes post-Kioto son compatibles con el depósito de unidades de Kioto del primer al segundo periodo aporta información muy necesaria para los potenciales inversores en estos proyectos.

El estudio presentado aborda esta cuestión, identificando qué escenarios post-Kioto resultan más plausibles para el sector eléctrico europeo, así como el posible impacto de esos escenarios en las decisiones de inversión de este sector. La identificación de estas cuestiones se realizó mediante un proceso de encuesta y entrevistas directas a las principales empresas del sector en Europa.

Principales conclusiones del estudio:

1. La inexistencia de un régimen post-Kioto y, por tanto, la práctica ausencia de señales de precio suficientemente claras para las reducciones de emisiones logradas con posterioridad a 2012, están afectando negativamente a las actuales decisiones empresariales de inversión en actividades de mitigación, incrementando sus primas de riesgo y los costes de financiación. La importancia de conocer ahora y en mayor detalle cuál será dicho régimen futuro es determinante, no sólo por motivos ambientales, sino también empresariales. Resulta prioritario que se establezca cuanto antes el régimen post-Kioto, para asegurar que existe una continuidad en los esfuerzos de reducción de las emisiones.

2. La práctica totalidad de las empresas encuestadas esperan una continuación de las restricciones a las emisiones de carbono con posterioridad a 2012 aunque difieren en su percepción de la forma que podría adoptar un régimen post-Kioto. En todo caso, muchas de las empresas entrevistadas consideran la posibilidad de que no exista un régimen internacional de cumplimiento post-Kioto pero, aún en ese caso, son conscientes de que tendrían que controlar sus emisiones por estar sujetas al Sistema Europeo de Comercio de Emisiones (SECE).

3. Resulta urgente definir y consensuar a nivel internacional tanto los objetivos de reducción de las emisiones como los instrumentos de mitigación aceptados para su cumplimiento y, en particular, resulta necesario garantizar la continuidad del sistema internacional de comercio de emisiones previsto en el propio Protocolo. Es conveniente en términos ambientales pero también empresariales que la Unión Europea, y España como parte de ella, sigan liderando el proceso de negociación para llegar lo antes posible a un acuerdo internacional de mitigación post-Kioto en el marco de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC).

4. En este contexto de relativa incertidumbre, la actitud predominante entre las empresas eléctricas europeas parece haber sido la de diversificar sus actividades de control de las emisiones (incluyendo la compra de derechos de emisión europeos y la implicación en los proyectos del Mecanismo de Desarrollo Limpio, MDL) en función de los costes de las distintas opciones, junto con un mayor énfasis en las líneas de negocio que son rentables con independencia de la mitigación de las emisiones pero a las cuales la mitigación aporta una razón añadida para su realización (inversión en ciclos combinados de gas y en renovables). Cabe mencionar que la mitad de las empresas encuestadas estima que la energía nuclear podría tomar mayor peso en su mix de generación en el medio plazo (entre el año 2015 y el 2025).

5. La incertidumbre sobre la propia existencia de un régimen post-Kioto y sobre los elementos clave de su diseño (objetivos, posibilidad de comercio de emisiones, distribución de los derechos de emisión) está teniendo, claramente, un efecto desincentivador en la realización de actividades de mitigación que se extiendan mas allá de 2012. Esto, junto con los propios costes de transacción y riesgos asociados a la realización de proyectos de MDL, lleva a la mayoría de las empresas a no implicarse excesivamente en los proyectos del MDL.

En definitiva, la ausencia de objetivos definidos en un futuro régimen post-Kioto está afectando a la financiación de los proyectos de reducción, incrementando las primas de riesgo y los costes de financiación. Si se pretende alcanzar los objetivos planteados en el actual régimen, resulta urgente e imprescindible facilitar a los inversores señales más claras sobre su continuidad.

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