Recientemente se ha publicado el último Consenso Económico, un informe trimestral de PricewaterhouseCoopers que analiza la situación y perspectivas de la economía española a partir de las opiniones de un panel de 300 especialistas de empresas, entidades financieras, universidades e instituciones. En esta ocasión, contiene en sus últimas páginas un monográfico con los resultados de una encuesta sobre el problema del cambio climático, en cuyo diseño tuve la oportunidad de participar junto a Rafael Pampillón. Como puede comprobarse en mayor detalle en el archivo descargable (Download file), contiene algunos resultados interesantes que paso a comentar brevemente.
En la respuesta a la primera pregunta, es destacable el consenso entre los encuestados respecto al menor grado de conciencia de las empresas de las economías avanzadas sobre las posibles implicaciones del cambio climático, en comparación con la sociedad civil y los gobiernos de esas mismas economías. De acuerdo con los encuestados, el reconocimiento del problema por parte de nuestras empresas tan sólo se muestra superior al de los gobiernos de las economías emergentes. Si partimos de la base de que las empresas, y el mercado en definitiva, suelen manejar mejor información que los gobiernos y los ciudadanos, estos resultados podrían mostrar cierta desconfianza en el panel de encuestados con respecto al papel que las empresas están dispuestas a asumir en la solución de este problema, de la que sin duda son la pieza clave. Esta conclusión parece consolidarse con la respuesta del panel de encuestados a la segunda cuestión, en la que se les preguntaba por su percepción de un posible cambio de actitud de los anteriores agentes, ciudadanos, gobiernos y empresas de las economías avanzadas, frente a este problema. De nuevo, el resultado se decanta por una mayor proactividad de la sociedad civil, por delante de los poderes públicos y bastante superior a la de las empresas privadas. Sin embargo, la posición de los encuestados se aclara en su respuesta a la tercera pregunta del cuestionario, cuando atribuyen mayoritariamente la responsabilidad del problema a los ciudadanos de las economías avanzadas, culpando de modo implícito a la intensidad energética y material de su patrón de consumo. También se destaca la responsabilidad atribuida a los gobiernos de las economías avanzadas sobre la asignada por los encuestados a las empresas y, como cabía esperar, sobre la atribuida a los gobiernos de los países emergentes.
Tras aproximar las responsabilidades del problema, las siguientes preguntas se enfocan en los medios para su solución. En cuanto a los instrumentos políticos, el consenso se decanta en la cuarta pregunta por el establecimiento de objetivos obligatorios de reducción de emisiones junto a un mercado de permisos negociables como la medida más eficaz para frenar el cambio climático sin deteriorar la competitividad de las economías avanzadas. De cerca le siguen las medidas fiscales y el establecimiento de estándares sobre procesos y productos; los encuestados confían poco en la persuasión pública para el establecimiento de acuerdos voluntarios industriales, que sin embargo han producido notables resultados en algunas experiencias sectoriales. De acuerdo con la respuesta a la quinta pregunta, el fomento de la transferencia de tecnologías limpias desde las economías avanzadas se considera la forma de implicación más apropiada para las economías emergentes en la resolución del problema; sin embargo, una buena parte de los encuestados aboga por el establecimiento de objetivos de reducción de emisiones de obligado cumplimiento para las economías en desarrollo, un escenario poco probable en el actual desarrollo de las negociaciones internacionales sobre esta cuestión.
En su respuesta a la sexta pregunta, los encuestados muestran de nuevo su escepticismo sobre el papel de las empresas en la solución del problema, ya sea porque consideren que no son conscientes (primera pregunta) o que no son responsables (tercera pregunta) del mismo. Así, la gran mayoría opina que las empresas tan sólo están acometiendo cambios en sus actividades de comunicación e imagen, frente a otras alternativas de mayor impacto y pertinencia, como los cambios en sus procesos o productos y en su estrategia de negocio. Desde una perspectiva más optimista, tan sólo una minoría opina que las empresas no están acometiendo ningún cambio, un resultado que hasta cierto punto contradice la respuesta obtenida en la segunda pregunta. La profundidad y la amplitud de los cambios acometidos se consideran incluso menores en el lado de los ciudadanos, según los resultados obtenidos en la séptima cuestión.
En el ámbito de España, una abrumadora mayoría de los encuestados muestra su preocupación sobre un posible impacto negativo del cambio climático en la economía española, sobre todo a medio plazo. Este matiz podría recoger la confianza del panel en la capacidad de nuestra economía y sus empresas para adaptarse a la situación a largo plazo, como constata la respuesta a la décima pregunta, o también su confianza en la mitigación del problema en un horizonte temporal más lejano. Con respecto a las medidas tomadas por los gobiernos españoles frente al cambio climático, la respuesta mayoritaria valora los esfuerzos realizados como positivos pero insuficientes.
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