Desde diciembre de 1998 y hasta el pasado mes de marzo, el precio del petróleo se ha multiplicado por ocho en términos reales y sólo desde enero de 2007 su aumento ha sido superior al 100% si tomamos como referencia las más recientes cotizaciones de abril. De este modo, su cotización real, con el barril de WTI cerca de 120 dólares, ha llegado a superar por primera vez en su historia los máximos alcanzados en 1980. Esta evolución resulta sin duda preocupante desde el punto de vista de sus consecuencias para la inflación y la actividad económica. ¿Va seguir encareciéndose el petróleo?
Como siempre al tratarse de un bien cuyo precio se fija en el mercado, la clave se encuentra en la interacción entre la oferta y la demanda. En los últimos meses, la demanda global, cuyo aumento sigue dominado por el crecimiento del consumo chino, se ha visto apoyada, además, por la depreciación del dólar y por los recortes de tipos de la Fed. Un dólar débil eleva el atractivo del petróleo para demandantes que operan en otras divisas y, además, el petróleo es crecientemente utilizado como cobertura frente a la depreciación del dólar. En cuanto a la política monetaria de la Fed, su carácter expansivo no sólo abarata los costes de adquisición y almacenamiento de petróleo, sino que potencia su papel de activo de inversión alternativo. De hecho, ya empieza a ser un lugar común en los mercados afirmar que el auge de las materias primas es la tercera burbuja generada por la Fed (después de la tecnológica y la inmobiliaria).
Por el lado de la oferta, el reducido tamaño (en relación a la demanda) de las reservas probadas de petróleo en los últimos años y el notable encarecimiento de las actividades de exploración y extracción han determinado una creciente tensión en el mercado. Esta circunstancia se ha visto agravada por las incertidumbres derivadas de la situación social o política de importantes productores como Nigeria, Irán, Venezuela o incluso Reino Unido (huelgas recientes) o de la reducción de la capacidad productiva de un país como Rusia.
Sin embargo, en los próximos meses es probable que el precio del petróleo se modere, sobre todo como consecuencia del freno de la demanda. Las grandes desaceleraciones del crecimiento mundial siempre han determinado un notable abaratamiento de las materias primas y esta vez no es probable que, a pesar de los problemas de la oferta, vaya a ser una excepción. En el caso de la demanda china, es muy probable que se modere con claridad tras los Juegos Olímpicos. Además, tanto el dólar como los tipos de interés dejarán previsiblemente de favorecer al petróleo. La divisa estadounidense puede haber tocado recientemente sus máximos de depreciación (por encima de 1,60 euros) y la Fed puede dejar de bajar tipos desde que los recorte pasado mañana (probablemente hasta el 2%). En cuanto a la oferta, todo apunta a que los repuntes de precios de los dos últimos años empezarán a dar frutos en los próximos meses en forma de nuevos yacimientos explotables y de inversiones que pueden elevar la oferta de manera significativa a partir de 2009. En tal caso, sólo las tensiones geopolíticas podrían justificar la continuidad del encarecimiento del petróleo en los próximos meses.
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