Como es bien sabido, mañana miércoles tendrá lugar una nueva cumbre de los líderes europeos, continuación de la del pasado fin de semana. Comenzará con una breve reunión de la UE-27, seguida por una sesión más larga de los 17 miembros de la Eurozona. La creciente disensión dentro del tándem franco-alemán deja poco margen al optimismo.
Son muchos los frentes abiertos: el programa de ajuste griego, la eventual reestructuración y quita de su deuda, la consiguiente recapitalización bancaria, y la ulterior necesidad de reforzar el EFSF. Son muchos los espacios en blanco del borrador manejado en la anterior reunión que nuestros políticos deben “rellenar”. Sería conveniente una reacción contundente y consensuada, frente a la crispante atonía de respuestas anteriores, puesta en evidencia por organismos internacionales, socios y, sobre todo, mercados.
Lo más preocupante es que los acuerdos, si los hubiera, tardarán semanas en llevarse a la práctica. Prueba de ambas incertidumbres es la filtración esta mañana sobre una nueva línea en el borrador de la reunión del miércoles que Francia y la Comisión Europea quieren colar para garantizar una extensión en el apoyo del BCE. Ya veremos.
Comentarios