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Mar

Muere lentamente quien no viaja, quien no oye música, quien no encuentra gracia en sí mismo; pero sobre todo… quien no lee.

El Instituto Nacional de Estadística ha publicado hoy que en 2013, en España, se editaron 56.435 títulos un 19,0% menos que el año anterior. Pero es que además en 2012 se editaron en España un 6,2% menos que el año 2011.

Ante la debacle que debió suponer la producción total de libros en 2012  y 2013, el INE ha decidido, por romper la serie histórica y no publicar, desde el año 2012, el número de ejemplares producidos. Sin embargo, una estimación conservadora a partir de la serie histórica, del número de títulos publicados y de las tiradas que cada vez son más reducidas aproximaría una producción total de libros en 2012 cercana a los 90 millones de ejemplares y en 2013 alrededor de 70 millones (ver cuadro).

En el cuadro se puede contemplar los millones de ejemplares editados a lo largo de los últimos 11 años. Se observa que desde 2008 (en el que se vendieron 256 millones) a 2013 la cifra de producción se ha reducido en 185 millones de ejemplares lo que supone una caída del 75% en cinco años.

Cuadro: Número de libros producidos en España (en millones).

Año Total
2002 229
2003 239
2004 214
2005 281
2006 256
2007 227
2008 256
2009 184
2010 132
2011 100
2012 90
2013 70

Fuente: INE y estimación propia para 2012 y 2013.

Hay varios factores que explican esta caída:

1) la mayor difusión de los e-books y otro tipo de libros digitales y que está en consonancia con el abandono del papel (lo que se ha venido denominando Paperless Era),

2) la reducción de la renta disponible en España que afecta más al consumo de libros de papel por tratarse de bienes que no son de primera necesidad y

3) los cambios en los hábitos intelectuales, sobre todo entre los jóvenes, con la creciente dedicación de tiempo a las nuevas tecnologías.

La preocupación que muchos tienen de estar continuamente conectados a la red, no les deja disfrutar de otras actividades como la lectura. Parece que el uso continuado de Internet y herramientas asociadas, entraña la casi desaparición del libro de papel pero puede también amenazar la afición a leer.

Cada vez pasamos muchas más horas, pegados al móvil, a la televisión, al ordenador… etc.; algunos jóvenes, pocos, siguen leyendo otros en cambio que antes eran lectores empedernidos invierten ahora su tiempo en la pantalla de los diferentes artilugios digitales. La consecuencia es que la sociedad actual va hacia un empobrecimiento cultural y humano progresivo: muchas veces el trato humano directo se sustituye por mensajes a través de la red.

¿Cómo leer sosegadamente las páginas de un libro si una parte muy importante de la vida, de las relaciones sociales y del trabajo profesional consiste en comprobar permanentemente el correo, leer los mensajes, contestar, consultar los titulares y saltar de un enlace a otro?

La experiencia reciente de muchos profesores de Universidad va en esta misma dirección: desde hace dos años, algunos alumnos durante las clases se sienten incapaces de desconectar su smart-phone: se han creado la necesidad de leer el último tweet o mensaje (casi siempre WhatsApps). De ahí que una de las principales preocupaciones que tienen los profesores de Enseñanza Media y de Grado Universitario es que sus alumnos están abandonando la concentración en el estudio y la atención en clase.

El resultado de esta nueva forma de entender la vida, informarse y comunicarse es que genera hábitos relacionados con la dispersión, es decir, con rápidos cambios de atención, pensamiento lateral y lectura de información rápida, abundante y heterogénea y que lógicamente apartan de la concentración en el estudio y del pensamiento riguroso.

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