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‘Abenomics’: ¿Más de lo Mismo?

Escrito el 28 junio 2013 por Daniel Fernandez Kranz en Economía Mundial

La política económica de Shimzo Abe, primer ministro de Japón desde noviembre pasado, se ha ganado en tan sólo siete meses el apodo de Abenomics, todo un record para alguien que lleva tan poco tiempo al mando del país. Abenomics, Reaganomics, Thatchernomics, son todos apodos para denominar a un paquete de medidas económicas nuevas, incluso revolucionarias, y de gran calado. Reaganomics y Thatchernomics se asocian a políticas de corte liberal (privatizaciones, bajadas de impuestos, desregulación, etc). En el caso de Abenomics no es necesariamente así. Reaganomics y Thaternomics se asociaron a cambios de rumbo importantes en política económica en sus respectivos países (durante las década de los 80). En el caso de Abenomics esto no es necesariamente así.

Japón lleva más de dos décadas sumido en una lenta recuperación (¡y tan lenta!) tras el estallido de la  burbuja inmobiliaria y financiera nipona a principios de los 90 (esperemos que el resto del mundo no tardemos tanto en salir del estallido de nuestra burbuja, aunque ya llevamos cinco años de agonía económica). Con un escaso crecimiento del PIB (¡el PIB nominal de Japón es hoy el mismo que en 1991!, ver el gráfico 1) y con el peligro de deflación siempre a la vuelta de la esquina, el gobierno encabezado por Shimzo Abe se ha propuesto darle la vuelta a la tortilla.  ¿Cómo lo va a hacer? ¿Qué propone? ¿Funcionará?

Gráfico 1. Producto Interior Bruto Nominal (PIB) de Japón. En Miles de Millones de Yenes Corrientes (Fuente: FMI)

Producto Interior Bruto Nominal (PIB) de Japón. En Miles de Millones de Yenes Corrientes (Fuente: FMI)

Producto Interior Bruto Nominal (PIB) de Japón. En Miles de Millones de Yenes Corrientes (Fuente: FMI)

  • Expansión monetaria: el objetivo del gobierno es llevar la base monetaria del 29,4% del PIB al 57,3% en diciembre de 2014. Esto, de momento, se ha traducido en una fuerte depreciación del yen que ha dado alas a las exportaciones japonesas. La contrapartida: se habla en Asia y en todo el mundo del peligro de un fuerte guerra de divisas.
  • Más gasto público: se estima que el gasto público aumentará dos puntos porcentuales del PIB y que podría situar el déficit público por encima del 11% del PIB este año. Con una deuda pública que supera el 230% del PIB muchos se preguntan si esta estrategia es sostenible a largo plazo.
  • Reformas estructurales: esta es la tercera pata del paquete Abenomics. Las otras dos patas no son nuevas; Japón lleva más de veinte años aplicando políticas monetarias y fiscales expansivas sin éxito y que han sido en gran parte responsables del rápido crecimiento de la deuda pública nipona. Así pues, la novedad y la probabilidad de éxito de Abenomics, si existe, debe originarse en un plan ambicioso de reformas estructurales que solucione los problemas de fondo de la economía nipona. No parece que este sea el caso.

Lo primero que decepciona del plan Abenomics es el orden de prioridades implícito en los anuncios del gobierno. En abril, el Banco Central de Japón anunció sus nuevos objetivos de inflación y de expansión monetaria, sin precedentes. En mayo, el gobierno de Shimzo Abe anunció un plan de estímulo fiscal por valor de 116 miles de millones de $ o un 2,3% del PIB total de Japón. El anuncio de reformas estructurales vino más tarde, en junio de 2013 tras una serie de caídas del índice bursátil nipón que hacían temer que el ímpetu inicial de Abenomics empezaba a perder su fuerza. Por tanto, el anuncio de este paquete de reformas estructurales vino ya teñido sospechas de oportunismo.

Japón se ha caracterizado por un mercado laboral y un gobierno de las empresas muy rígido y conectado con el gobierno. Se ensalzó mucho ese modelo de relaciones laborales y empresariales durante los años del boom económico en la década de los 80 y de los 90, pero tras el estallido de la burbuja inmobiliaria y financiera vino el estancamiento económico y el cambio del orden económico global con el crecimiento de China, India y otros países asiáticos. El anuncio de reformas estructurales de Abe no contiene mención ni planes concretos para reformar este sistema de relaciones laborales y empresariales. Su eje central gira alrededor de un plan de desgravaciones fiscales para determinadas zonas empresariales preferentes decididas por el gobierno. En el pasado, este tipo de políticas ha fracasado o ha tenido éxito dependiendo del acierto del gobierno en decidir qué sectores y zonas hay que promover.

Japón necesita un plan más ambicioso y reformador que haga a la política económica de Shimzo Abe merecedora del apodo Abenomics. De momento, no es el caso.

 

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