21
Jun

En línea con lo que anticipaba la mayoría del mercado, la Reserva Federal (Fed) decidió ayer prorrogar hasta final de año su Operation Twist.: venta de títulos del Tesoro con vencimientos de tres años y compras paralelas por el mismo importe de títulos con vencimientos entre seis y treinta años.

La economía de Estados Unidos se enfría

La decisión encontró apoyo en la revisión a la baja de las previsiones de crecimiento económico por parte de la propia institución para este año: la banda prevista se reduce al 1,9%-2,4% desde los niveles de de 2,4%-2,9% anticipados en abril. Además, en su comunicado oficial incluyó la afirmación de que está preparada para las “acciones adicionales” que sean adecuadas para promover una recuperación económica más vigorosa, lo que equivale a abrir la puerta a la posibilidad de que en los próximos meses se ponga en marcha un tercer programa de expansión cuantitativa (QE3) que una pequeña parte del mercado esperaba ya ayer (y de ahí cierta decepción en los activos de riesgo).

La conveniencia de mantener medidas de estímulo excepcionales como la Operation Twist es fácilmente justificable: la tasa de paro ha frenado su tendencia a la baja, el consumo da señales de estancamiento, el sector inmobiliario se mantiene deprimido y la producción industrial empieza a resentirse de la moderación económica global.

Con la prolongación de las operaciones de canje de deuda se pretenden mantener bajos los costes de financiación a largo plazo de la economía. En cuanto a los costes a corto plazo, siguen protegidos, a pesar de las ventas de títulos con vencimientos próximos, por el mantenimiento del tipo de intervención entre el 0% y el 0,25% y por la continuidad del mensaje de que probablemente seguirá en niveles “excepcionalmente bajos” al menos hasta finales de 2014.

¿Es probable que finalmente la Fed dé el paso hacia el QE3?

Parece que sí. En la rueda de prensa posterior al comunicado, Bernanke insistió en la posibilidad de nuevas acciones si el empleo no mostraba signos de recuperación y no resulta probable que sea así. Por una parte, la crisis europea no parece en vías de solución rápida, de manera que seguirá actuando de lastre para la economía global, tanto desde el punto de vista de la estabilidad financiera como de la actividad económica. Por otra, la economía, que continúa sufriendo el elevado endeudamiento de sus familias, se enfrenta al riesgo de una fuerte contracción fiscal automática a comienzos del próximo ejercicio, lo que puede retraer las decisiones de inversión, que, ejn cualquier caso, se están ya viendo negativamente afectadas por la notable moderación económica de las economías emergentes. Otra cuestión es si un programa QE3 podrá tener algún impacto relevante sobre la economía.

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