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Mar

La partida sigue su curso en Europa y, aunque todos vamos en el mismo barco, es importante no situarse en el centro de la diana. Es decir, importa tanto la valoración absoluta del riesgo, como la posición relativa que ocupamos en cada momento.

En este sentido, no son buenas noticias que la prima de riesgo de España haya vuelto a situarse por encima de la italiana por primera vez en muchos meses (365 frente a 340 puntos básicos), pese a que estamos muy lejos de los máximos del año pasado (470 puntos básicos). Además, mientras nuestro spread ha aumentado desde principios de año en 39 puntos básicos, el italiano se ha visto rebajado en 188 puntos básicos (200 p.b. en el caso de la portuguesa).

A primera vista, el que nuestro coste de financiación supere al de Italia en 0,25 p.p. no parece algo demasiado importante, pero ya hemos visto lo que supone estar los primeros de la lista de cara a la acorazada mediática anglosajona, alimentada por analistas “independientes” y por alguna declaración “casual” de políticos italianos.

Teniendo en cuenta que en las reformas italiana hay mucho ruido y no tantas nueces y que, comparativamente nuestro esfuerzo de ajuste fiscal (a la espera de las noticias de hoy a mediodía) y la amplitud y alcance de las reformas estructurales (sólo hay que comparar las del mercado laboral) son muy superiores a las realizadas en el país transalpino, una vez más parece que nuestros vecinos del sur de Europa “venden” mejor sus productos.

Sólo algún dato más para adornar lo anterior: nuestro déficit de la balanza por cuenta corriente a finales de este año se habrá reducido hasta niveles cercanos en torno al 2% del PIB (10% en 2007), cuando el italiano aumentó en el mismo período de tiempo del 3% al 4% y nuestros costes laborales unitarios se han reducido un 6% desde 2008, frente a un aumento del 1% en Italia. Sin hablar del diferencial de crecimiento de los últimos 15 años.

Por tanto, en los próximos días va a ser muy importante el “marketing” que realicen las autoridades económicas españolas del programa de ajuste que implicará la publicación de los Presupuestos Generales del Estado. Con una estrategia adecuada de comunicación, si la señal de austeridad fiscal es contundente, se van a poner en valor todas las reformas realizadas hasta la fecha.

Todos somos conscientes de que alcanzar el 5,3% o, incluso, el 5,8% de déficit público este año va a ser muy difícil, pero la solvencia es una carrera de fondo (no un “sprint). La clave además de fijar objetivos ambiciosos y creíbles es alcanzar una combinación óptima de austeridad y crecimiento, algo que tienen claros los mercados. Y, sobre todo, hay que procurar vender bien el producto.

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