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Ene

Artículo escrito por Daniel Fernández Kranz, Departamento de Entorno Económico del IE Business School

Los economistas, políticos y medios de comunicación de nuestro país vienen advirtiendo de forma insistente durante los últimos años de la necesidad de que en España se dé un cambio de modelo productivo, reduciendo el peso de sectores tradicionales y de baja productividad, como el de la construcción, para aumentar la importancia de las actividades económicas de alto valor añadido y basadas en la economía del conocimiento y el capital humano de alta cualificación.

Existen muchos factores que pueden ayudar o entorpecer este proceso de cambio. Pero de todos estos factores hay uno que destaca por su relevancia y que preocupa por su mala evolución en nuestro país durante los últimos diez años: los retornos a la educación en general, y en especial a la educación superior. Unos altos retornos a la educación proporcionan el incentivo adecuado para que individuos y familias inviertan el tiempo y dinero necesario en obtener y exigir una formación de calidad que redunde no sólo en beneficio propio sino también en un aumento de la productividad de la economía del país. Unos altos y crecientes retornos a la educación son el mejor incentivo posible para avanzar hacia un modelo productivo basado en la innovación y la economía del conocimiento.

Desgraciadamente, y en relación a estos incentivos, España destaca negativamente por dos motivos. Primero, los retornos a la educación superior (universitaria) son mucho más bajos que en otros países desarrollados. Por ejemplo, mientras que en Estados Unidos, el diferencial de la ganancia media por hora trabajada entre graduados universitarios y graduados en educación secundaria (bachilleres) está entre el 70% y el 80% más, en España este retorno a la educación superior no llega al 40%. Segundo, mientras que en la mayoría de los países desarrollados (y también emergentes y en vías de desarrollo) los retornos a la educación han aumentado de forma constante durante los últimos veinticinco años, en España han bajado unos diez puntos porcentuales desde mediados de los años noventa. Nuestras altas tasas de abandono escolar al finalizar la educación secundaria obligatoria, y el éxodo de talento al extranjero, agravado por la reciente crisis económica, son sólo dos reflejos de este entorno tan desfavorable para la inversión en educación superior.

Existen varias razones para explicar esta evolución tan singular de los retornos a la educación en España; todas ellas preocupantes. 1) En la mala calidad de nuestro sistema educativo y una tendencia a su empeoramiento, tal y cómo se viene constatando en los ya famosos informes PISA. Rafael Pampillón nos decía el 16 de diciembre (en el post  Informe PISA: ¿Por qué sistemáticamente Corea, Finlandia, Japón, Hong Kong y Canadá destacan por su calidad de enseñanza?) qué el nivel de conocimiento es considerado el motor de toda sociedad avanzada y de las economías más competitivas. 2) Puede ser debido también al aumento de la demanda de trabajadores de baja cualificación durante los años del boom inmobiliario. 3) Y, por último, a un exceso de oferta de titulados superiores como consecuencia de una universidad pública altamente subvencionada, universalista y de cuestionada calidad (no hay ninguna universidad española entre las 150 primeras del Mundo).

Conclusión

La solución al problema de los bajos retornos a la educación en España pasa necesariamente por reformar nuestro modelo de educación superior, sustituyendo cantidad por calidad, y adecuando los contenidos y las metodologías educativas a las necesidades de un mundo laboral cada vez más cambiante y exigente.

¿Quién está en mejor situación para afrontar este reto el sector educativo público o el privado?

Post scriptum: Este post de Daniel no es exactamente igual al que mandó. Se han introducido pequeñísimas modificaciones.

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