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Se han cumplido 10 años desde que el Ecuador adoptara el dólar como moneda para superar la aguda crisis de confianza en el sucre y que vino acompañada de una recesión económica y un fuerte desorden político cuyo máximo exponente fueron cinco gobiernos que se sucedieron en seis años. Todo esto justificaba que en enero de 2000, Ecuador adoptase la dolarización con el fin de solucionar la gravísima crisis económica y cambiaria. Ecuador se convertía así en la segunda economía mayor del mundo que utiliza el dólar de EEUU como moneda.

¿Qué resultados ha obtenido Ecuador en estos 10 años? 

Durante estos 10 años de dolarización y como consecuencia de la mayor inflación ecuatoriana frente a la de los EEUU, el Ecuador estuvo perdiendo bastante competitividad.  El Ecuador se convirtió en el país más caro de Latinoamérica. Un país que tiene el dólar como moneda para no perder competitividad, debe tener como máximo la misma inflación que EEUU. Las exportaciones ecuatorianas se han encarecido y ante la imposibilidad de realizar devaluaciones (ya que no tiene moneda propia que devaluar), perdió competitividad, y el consumos del país se desplaza hacia bienes importados, lo que trae consigo quiebras de empresas, estancamiento, déficit de la balanza comercial, recesión económica, aumento del desempleo y más pobreza. ¿Cómo se puede evitar? El camino a seguir para Ecuador es la estabilidad de precios, que pasa por seguir ajustando el gasto público a la recaudación fiscal y aceptar reformas estructurales y liberalizadoras. 

España y Grecia, desde que entraron en el euro, 1999, han tenido una inflación más alta que la media de la Eurozona, lo que también ha supuesto una disminución de competitividad para los productos españoles y griegos en el exterior. Esta pérdida de competitividad, se está manifestando en las dificultades que tienen ambos países para salir de la crisis económica. 

España y Grecia, comparten con Ecuador el no tener política monetaria ni de tipo de cambio. Y al igual que le sucede a Ecuador la mayor inflación les ha hecho perder mucha competitividad. La permanente mayor inflación española y griega frente a la media de la UE generó, año tras año, importantes déficit de la balanza comercial de ambos países. 

Dada la inexistencia de política cambiaria volver al equilibrio exterior sólo es posible con  políticas fiscales mucho más restrictivas y también con reformas estructurales que mejoren la competitividad. Es decir, ante la imposibilidad de devaluar, la competitividad y el equilibrio exterior sólo son posibles a través políticas fiscales restrictivas, estímulo a la competencia y reformas estructurales que permitan, a su vez, una mayor movilidad de los factores productivos y mayor flexibilidad de la economía. De no seguir este camino lo único que les espera, a Grecia y a España, es una década pérdida. Una larga crisis como la de Japón, Italia y Portugal, durante diez años. Es decir, una recesión económica, en toda regla, con daños incalculables. Y entonces sí que habrá que hacer, durante muchos años, esas reformas estructurales (a la japonesa) para ganar competitividad y poder así salir del “hoyo” en el que nos hemos metido.

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