28
Ene

Este año se ha vuelto a abrir la caja de truenos de las pensiones. Primero, fue el informe de la Comisión Rato donde se afirma que el sistema de pensiones entrará en déficit en el 2022 si no se toman medidas como el aumento de la edad de jubilación. Hoy han sido las proyecciones del INE donde se afirma que la población mayor de 64 años se duplicaría en 40 años y pasaría a representar más del 30% del total debido al envejecimiento de la pirámide poblacional. Por si esto fuera poco desde hace años Comisión Europea viene advirtiendo al Gobierno español sobre el riesgo de desequilibrios presupuestarios a largo plazo debido a un mayor gasto público futuro en materia de pensiones. También la OCDE, en su informe periódico sobre la economía española, suele cargar sobre la necesidad de modificar el sistema de cálculo de las pensiones e instando al Gobierno a que se computen todos los ingresos obtenidos a lo largo de la vida laboral para la determinación de las mismas. 

¿Por qué tanta discusión sobre las pensiones? 

La respuesta más extendida a esa pregunta es que España será, en el 2050, uno de los países más envejecido del mundo: el 30% de la población tendrá 65 años o más. Este rápido proceso de envejecimiento de la población se produce como consecuencia de la tasa de natalidad (una de las más bajas del mundo) y del aumento de la esperanza de vida (en la actualidad las mujeres nacidas en España están entre las europeas más longevas con 84 años (frente a una media en Europa de 79) mientras los hombres se sitúan en los 78 (la media europea masculina está en 71 años). Ambos elementos (baja natalidad y aumento de la esperanza de vida) determinan un aumento del envejecimiento de la población. Por otro lado, de mantenerse los ritmos actuales de reducción de la mortalidad de la población de España, en 2048, la esperanza de vida alcanzaría los 90 años en las mujeres y los 84,3 años en los varones

Aumento brutal de la tasa de dependencia 

Lógicamente, este aumento del envejecimiento viene acompañado de un crecimiento en la tasa de dependencia, es decir, de un incremento del porcentaje de personas que no trabajan en relación a las que trabajan, o lo que es lo mismo, la proporción de gente que trabaja está disminuyendo. Así, según el INE, en 2049, por cada 10 personas en edad de trabajar, habría en España casi nueve personas potencialmente inactivas, es decir, las que son menores de 16 años o mayores de 64. Es decir, la tasa de dependencia se elevaría hasta el 90%, desde el 48% actual. 

Soluciones 

Por tanto, en el futuro o las pensiones son más bajas y/o se reforma el sistema de pensiones y/o hay que endurecer la presión fiscal, ya que un menor número de trabajadores van a tener que sustentar a un mayor número de jubilados. Esto significa que, proporcionalmente, menos trabajadores tendrán que pagar cada vez más impuestos porque el gobierno necesitará atender más servicios sociales: pensiones y gastos médicos de los mayores que harán que la Seguridad Social consuma cada año una parte más importante de nuestra renta nacional. El porcentaje del PIB dedicado a pensiones pasará del 9,5% actual al 18% en 2050, lo que arroja serias dudas sobre la capacidad española de garantizar el sistema público de pensiones. Subir los impuestos y rebajar las prestaciones es una de las salidas, inevitablemente impopular. Otra posibilidad es elevar las cotizaciones sociales por jubilación. Otra solución sería aumentar la natalidad. Otra alargar la edad de jubilación.

 El fuerte envejecimiento en las próximas décadas es inevitable y solo se verá atenuado si la tasa de natalidad sube. Los datos indican que la fecundidad en España está aumentando (gracias a la aportación de las madres extranjeras) alcanzando 1,44 hijos por mujer, el valor más alto desde 1993, pero todavía muy lejos del 2,1 (tasa de reemplazo generacional). Pero la inmigración, aunque puede contribuir a aliviar el envejecimiento de la población, no será capaz de invertir la tendencia a una mayor longevidad ni a un aumento suficiente en  el número de nacimientos que permita el reemplazo generacional. Es preciso, por tanto, tomar medidas para facilitar la viabilidad financiera del actual modelo de Seguridad Social. Además, no podemos transmitir a nuestros hijos la carga de una fuerte deuda pública y un sistema de pensiones tanto más oneroso cuanto más jubilados haya.

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