18
Nov

Ayer se realizó la 2ª Conferencia Internacional de Banca organizada por el Banco Santander. Estaban todos los grandes bancos internacionales. También estaban representantes de alto nivel de varios Bancos Centrales, el Fondo Monetario Internacional (FMI), la AEB, la Comisión Europea, la Universidad de Nueva York, la London School of Economics, etc. Estaban, por tanto, lo más granado de la banca y del sistema financiero internacional y, sin embargo, no hubo acuerdo en las medidas que deben tomarse. Los mejores ponentes los españoles: Emilio Botín (aunque no estoy de acuerdo con una parte importante de la tesis que mantuvo), José Viñals, del FMI, Joaquín Almunia y Guillermo de la Dehesa (el único que se atrevió a decir algunas verdades  de lo que pasa). El resto de ponentes, anglosajones en su mayoría, se dedicaron a vender humo (bullshiters, en su idioma).

 Frente a lo que venimos predicando, desde este blog y desde hace tiempo, de la necesaria elevación de los requerimientos de capital de los bancos y cajas de ahorros, Emilio Botín consideró que lo que hay que hacer es mejorar la supervisión. Es decir Botín pide menos regulación y más inspectores de los bancos centrales de cada país y mejor cualificados, con criterios de supervisión propios, adaptados a cada situación. (O sea, menos normas de tráfico y más policías. Así, si la policía te pilla a 200 km./ hora, siempre podrás negociar y decir que en realidad no has infringido ninguna norma de circulación).

 La ponencia de José Viñals, Consejero Director FMI, fue brillante como siempre, pero sorprendente. Dijo claramente que se ha conseguido evitar el colapso de la economía mundial pero “la crisis dista mucho de haberse superado”. Hasta la fecha, sostuvo, el sistema financiero internacional ha perdido 1,3 billones de dólares (trillones anglosajones). Pero el FMI estima que a la banca americana y europea le queda todavía por reconocer unos 1,5 billones de dólares (trillones anglosajones) de pérdidas adicionales. Cuando economistas como Roubini hicieron estimaciones similares a principios de 2009, todos les llamaron cenizo (eso los más cariñosos). O sea, que en breve la crisis habrá volatilizado una riqueza equivalente a la producción anual de tres veces España (igual a la de Alemania, o al conjunto de Inglaterra más Canadá). Para tranquilizar Viñals aseguró que los bancos tienen capital suficiente para afrontar estas nuevas pérdidas de 1,5 billones, eso sí, tras las inyecciones de capital que ya han cubierto el primer impacto de las pérdidas de 1,3 billones. No obstante, tras el nuevo tsunami de perdidas de 1,5 billones, los bancos no cumplirán con los requisitos mínimos de capital, que tras las recomendaciones del G20 serán mayores.

 En resumen: los bancos necesitarán nuevas inyecciones de capital por cantidades más o menos similares a las ampliaciones realizadas hasta la fecha.

 Joaquín Almunia estuvo también muy brillante: “Hemos evitado el colapso, pero seguimos con una profunda sensación de fragilidad”. “Nadie debe descartar totalmente el riesgo de volver a ver en algún banco o sistema financiero una situación como la que vivimos hace un año”. “Los requisitos de capital para la banca sin duda van a aumentar significativamente a partir de finales de 2009 ó 2010”. “Se tardarán diez años en rebajar los niveles de endeudamiento que alcanzaremos, en volver a los niveles de deuda previos a la crisis”. Pronosticó indirectamente que a partir de 2011 se cancelarán los planes de estimulo y los estímulos fiscales y los europeos deberemos pagar sustancialmente más impuestos para rebajar la deuda pública. Y así durante 10 años.

Guillermo de la Dehesa, del IE Business School, no fue ponente, sino moderador. Una pena, porque sabía bastante más que cualquiera de los que moderó. Fue el único que se atrevió a meter un poco el dedo en el ojo: preguntó insidiosa pero elegantemente a los ponentes (que no supieron o se negaron a contestar) por qué los niveles de crédito durante los últimos 10 años han crecido a niveles de dos dígitos (y en algunos países como España en algunos años a veces dos dígitos pero empezando con un dos), mientras que los niveles de renta, esto es, nuestros ingresos, solo crecían anualmente de media alrededor del 3%. Nuestro endeudamiento crecía anualmente al 15% mientras nuestros salarios al 3%. 

¿Por qué? Esta pregunta tiene una contestación relativamente corta: el capital mínimo requerido de la banca era (y es) tan ridículamente bajo (especialmente para operaciones especulativas de los bancos) que justificaba que los bancos mantuvieran niveles del precio del dinero extremadamente reducidos lo que incentivó y retroalimentó la burbuja de crédito, la avaricia, y por tanto la burbuja de precios en la economía real.

 Pero nuestros reguladores y políticos son incapaces de contestar esto en público y no se puede esperar que sea Botín el que diga que hay que poner más capital en su banco, al fin y al cabo él protege su patrimonio personal.

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