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El futuro incierto de Japón.

Japón, la segunda economía más grande, se encuentra en recesión. Su PIB ha caído un 3,3% en el cuarto trimestre del año pasado con respecto al tercero. Este mal dato ha sido sido causado por la caída de la economía mundial y la gran dependencia de la economía japonesa de las exportaciones de automóviles, televisores, máquinas herramientas, etc. La economía de Japón depende en gran medida de estas exportaciones dirigidas en su mayor parte a Estados Unidos y como Estados Unidos no compra porque está en recesión, las exportaciones japonesas se resienten y con ellas el PIB.

Aunque la población japonesa goza de un alto poder adquisitivo, sin embargo Japón posee una tasa de población que envejece con rapidez [1] lo que le ha llevado a tener un consumo interno relativamente bajo. Esta población jubilada consume poco. Además,  Japón tiene un 38% de su fuerza laboral que recibe salarios menores de 25 mil euros al año, un salario muy bajo con respecto al coste de vida.

Esta baja demanda interna de consumo junto con la caída de las exportaciones representan un reto político para la mejora económica de Japón.

¿Qué puede hacer el gobierno?

Con estas medidas Japón podría encontrar una nueva oportunidad en su mercado interno. El sector servicios podrá movilizar nuevos recursos y abrir un nuevo mercado de necesidades no descubiertas. Con el aumento de la producción agrícola, Japón disminuirá su dependencia extranjera, garantizará nuevos trabajos, y tendrá precios más reducidos en los productos agrarios. Con la inversión extranjera, se incorporarán nuevas ideas y otras personas que aporten una nueva visión a la economía.

¿Serán estas medidas suficientes para que Japón salga de la recesión?

Fuente: Michiyo Nakamato, «Grey-Sky thinking» [2] Financial Times