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El turista nacional ya siente la crisis

En el cada vez más frecuente debate en torno a la crisis económica, en ocasiones se escuchan argumentos del siguiente tenor: “habrá crisis en España, pero en verano las carreteras se llenan y todos nos vamos de vacaciones, así que las cosas no estarán tan mal”.

Pues bien, el pasado viernes el INE dio a conocer los últimos datos, provisionales, de la encuesta de coyuntura turística hotelera correspondientes al mes de julio. Las cifras son especialmente interesantes, puesto que la evolución del sector turístico es un buen termómetro de la manera en la que los consumidores están percibiendo la duración y la intensidad de la crisis económica.


Lo primero que se observa en los datos es un débil crecimiento del número de pernoctaciones, un 1,3%, en los primeros siete meses de 2008 respecto a los mismos meses del año anterior. Esta cifra enmascara dos evoluciones muy dispares, la de los turistas nacionales y la de los extranjeros: mientras que las pernoctaciones de turistas no residentes en España crecieron un 2,7% en términos interanuales, las de los turistas nacionales cayeron un 0,5%.

¿Cómo ha reaccionado el sector hotelero? Con contención de los precios. En el mes de julio el índice de precios hoteleros registró un aumento del 2,4% en tasa interanual, lo que representa 1,2 puntos menos que en julio de 2007.

Sin embargo, la moderación de precios no ha podido frenar una preocupante evolución en cuanto al grado de ocupación de las plazas hoteleras, ya que durante el mes de julio sólo se cubrieron el 66,2% de las plazas ofertadas, lo que supone un descenso de un 2,5% respecto al mes de julio de 2007. Este efecto se ha observado incluso en los fines de semana del pasado mes, ya que durante esos días el grado de ocupación alcanzaba el 70,4%, 2,6 puntos menos que en los fines de semana de julio de 2007.

Por tanto, los primeros datos del sector turístico del verano de 2008 parecen indicar que el turista español está sintiendo directamente la crisis económica, o al menos, como una medida de precaución, ha optado por limitar gastos superfluos: menos pernoctaciones fuera de casa, que el turismo no residente no ha podido compensar.

En definitiva, parecía difícil pensar que el aumento del paro, la destrucción de empleo, las subidas de precios generalizadas, especialmente en productos básicos y energía (electricidad, gasolinas), la dificultad para acceder a créditos, etc., no hayan frenado las posibilidades vacacionales de los españoles. Los datos así lo indican.