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El INE acaba de publicar la Contabilidad Regional de España 2000-2006. Las comunidades autónomas españolas que presentan un mayor nivel de PIB por habitante, medido en términos de paridad de poder adquisitivo (PPA), son la Comunidad de Madrid y el País Vasco (ambas tienen un PIB por habitante que es un 36% superior a la media europea de 27 Estados miembros), Navarra (con un 32% por encima a la media de la UE-27) y Cataluña (24%). La lista la finaliza con Extremadura, cuyo PIB por habitante, medido en PPA, es un 29% inferior a la media europea (UE-27). Por provincias, las más pobres son Jaén y Badajoz, con una renta por habitante en torno a un 25% inferior a la media española.

Las comunidades autónomas más pobres de España son cuatro Galicia, Castilla-La Mancha, Andalucía y Extremadura que son las que actualmente son objetivo prioritario de cohesión en el marco de las perspectivas financieras de la Unión Europea. De estas 4 hay 3: Galicia, Castilla-La Mancha y Andalucía que superan en el año 2006 el 80% de la media comunitaria (UE-27). La cuarta es Extremadura cuya renta por habitante sigue siendo la más baja de todas las Comunidades Autónomas españolas, situándose en el 71% de la media comunitaria (UE-27). Esta situación de atraso en Extremadura se explica, en parte, por la escasez de recursos humanos cualificados en los diferentes órdenes de la actividad productiva. Además, no existen tampoco en Extremadura capitales ni grupos económicos medios o grandes, ya que el gran capital nacional y multinacional se orienta normalmente hacia las zonas con mayor tradición inversora, más desarrolladas y con mejores infraestructuras.


El peso del sector agrario en Extremadura es tres veces superior a la media nacional. Además, carece de empresas industriales y de tecnología suficiente para obtener de sus materias primas todas sus posibilidades de explotación y alcanzar, a medio plazo, un nivel económico próximo al español. Cabe exceptuar sectores agroindustriales como los de preparado de tomate, pimentón, cerdo ibérico, tabaco, corcho, etc., donde las instalaciones manufactureras y las explotaciones agrícolas están muy tecnificadas y en constante evolución.

Parece que en el año 2008, la sequía condicionará, una vez más, la economía extremeña por sus efectos sobre la agricultura y el sector de producción de energía eléctrica. Lo que pondría de manifiesto la importante dependencia que tiene la economía extremeña, en su conjunto, de la climatología; motivo por el cual se hace absolutamente necesario un planteamiento real y serio para dotar a Extremadura de estructuras empresariales e infraestructuras adecuadas que mitiguen esta dependencia. Mientras tanto, solo cabe esperar que el dios de la lluvia caiga sobre el Oeste de España.

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