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Sorprendidos, una vez más

En la edición de ayer lunes de El País, Joaquín Almunia, Comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, decía en una entrevista [1]: «Lo que ha sucedido en los mercados financieros este verano era esperable. Leyendo ahora de manera retrospectiva los informes del Fondo Monetario o del Banco Central Europeo, o incluso en alguna de mis propias intervenciones en los últimos meses, ya se anunciaba la posibilidad de que en un momento determinado se produjese una nueva apreciación de los riesgos, un aumento de los diferenciales de los tipos de interés, y una cierta transmisión a lo largo y ancho de los mercados financieros de la crisis de las hipotecas subprime o de alto riesgo de Estados Unidos.» A lo que el periodista responde: «¿Entonces no hubo ninguna sorpresa?»

Desde el crash de 1987 hasta la actual crisis originada en el mercado subprime de EEUU, los mercados financieros internacionales han asistido a una decena de episodios turbulentos que guardan entre sí ciertas similitudes, además de una llamativa regularidad temporal. Con frecuencia el análisis retrospectivo de estas crisis nos lleva a una misma pregunta: ¿cómo es que nadie se dio cuenta de lo que iba a suceder?


La teoría económica convencional asume un comportamiento racional de los participantes en los mercados. Sin embargo, las limitaciones de la economía tradicional y la teoría de los mercados eficientes a la hora de dar respuesta a preguntas como la anterior llevaron hace tiempo al desarrollo de teorías alternativas, en el marco de la llamada “behavioural finance”. Esta línea teórica ofrece explicaciones a la volatilidad de los mercados apoyándose en la psicología, como el “comportamiento de rebaño” (herd behaviour)[1], o el cercano concepto de “cascadas de información”. Esta últimas son definidas [2] como situaciones en las que resulta óptimo para un individuo, habiendo observado las acciones de los que le preceden, seguir el comportamiento del individuo predecesor sin considerar su propia información. Un reciente artículo de The Economist [2]recoge algunos estudios que culpan al exceso de información manejado por los inversores de su falta de reflejos.

Quizás deberíamos empezar a buscar a nuestro alrededor la próxima “sorpresa”…

[1] EGUÍLUZ, V. M. & ZIMMERMANN, M. G. (2000), «Transmission of information and Herd behaviour: an application to Financial Markets», Phys. Rev. Lett., 85, pp. 5659-5662.
[2] BANNERJEE, A. (1992), “A simple model of herd behavior”, Quarterly Journal of Economics, 107: 797-817.
BANNERJEE, A. (1993) «The economics of Rumors», Rev. of Economic Studies, 60, pp. 309-327