20
Feb

El Instituto Nacional de Estadística español (INE) hizo público hoy que el Índice de Precios al Consumo (IPC) bajó siete décimas en el pasado mes de enero y que la tasa interanual se redujo tres décimas, hasta el 2,4%. Este excelente dato de enero viene a ratificar la esquizofrenia que se produce entre el dato publicado y la percepción de los consumidores a la hora de observar su realidad particular de los crecientes precios que paga. Si el consumidor hiciese su propio estudio de la inflación en su barrio cuando compra, se horrorizaría de cómo muchos precios suben sin ser identificados en la inflación oficial. De ahí que sean muchas las veces que los profesores de Economía escuchamos la siguiente frase: “Las cifras de inflación que publica el gobierno (INE) son los números oficiales más falsos del mundo económico”. ¿Por qué hay tanta diferencia entre las estadísticas oficiales de la inflación y las percepciones de los consumidores?


Los españoles que nos enfrentamos con aumentos en los recibos de los seguros médicos o en las primas del seguro del coche, o pagos mayores en los recibos de universidad o del colegio de nuestros hijos, o bien estamos tratando de comprar una casa, estamos tentados a mirar los datos del IPC con escepticismo. El coste de la vida, parece escalar más deprisa que el IPC. Algo de este escepticismo del consumidor surge en la manera en que se calcula el índice de precios (mañana en el diario El Mundo podrás leer un artículo que he escrito sobre el nuevo cálculo del IPC). Se trata de una cesta de bienes y servicios que no encaja con la lista de la compra de ninguna persona concreta sino con la media de una muestra. Por ejemplo, en el nuevo IPC la asistencia sanitaria representa el 2,8% del índice. Pero si eres un enfermo crónico y esta partida sube por encima del IPC, verás aumentar más tus gastos que el IPC. La enseñanza universitaria representa solo un 1,6%. Pero si aumenta el precio de la matrícula y tienes un hijo en la universidad lo notarás más que el que no lo tiene.

El IPC no recoge el creciente de precio de las viviendas aunque si los alquileres, que han estado creciendo más lentamente que los precios de las casas. La razón: El IPC recoge el coste de vivir en una casa, pero no su valor como inversión. De alguna forma el IPC supone que el propietario de una vivienda se la alquila a sí mismo en el mercado de los alquileres. Como la vivienda es un bien de inversión (por tanto, no es un bien de consumo), la variación de su precio no se refleja en el IPC.

Los consumidores que se quejan de que el INE subestima la inflación pueden estar señalando que sus sueldos no dan para llegar a final de mes. Pero eso no tiene nada que ver con que los precios estén subiendo más deprisa de lo que el INE estima. Es sencillamente que a lo mejor los sueldos no siguen ese ritmo. Tendrían que culpar a su jefe no al INE. El gobierno está encantado con el dato que ha salido hoy, los sindicatos han dicho que la bajada de los precios de enero puede deberse a la caída de la demnada generada por la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores y al encarecimiento del dinero. Como ves no llueve a gusto de todos.

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