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El éxito de Corea

Ayer finalizó la visita de tres días de duración que el presidente de Corea del Sur, Roh Moo Hyun, ha realizado a España. Durante la misma, se han sentado las bases para aumentar las relaciones económicas, comerciales y culturales entre ambas naciones. Se trata de la primera visita de un mandatario coreano a España, desde que se establecieron relaciones diplomáticas en 1950. Con anterioridad, los Reyes visitaron Corea en 1993.

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La visita presidencial (que como podemos ver ha contado con una extensa campaña publicitaria patrocinada por algunas firmas coreanas) es una excelente excusa para repasar la evolución del país durante el último siglo. En 1910, Corea se convirtió en una colonia japonesa (desde 1905 era un protectorado), situación que duraría hasta la derrota de Japón en la II Guerra Mundial. La alegría por la liberación duró poco, pues en 1948, el país se dividió en dos entidades, las actuales Corea del Norte y del Sur, que se vieron enfrentadas entre 1950 y 1953 en un conflicto bélico que contó con la participación soviética y norteamericana y que se convirtió en uno de los más cruentos episodios de la Guerra Fría. Tras la guerra, mientras el norte inició la deriva estalinista en la que aún se haya inmerso, Corea del Sur se situó en la órbita occidental bajo una sucesión de gobiernos militares, hasta que en 1993 se instauró una democracia plena.

En el ámbito económico, la evolución de Corea del Sur ha sido espectacular en los últimos cincuenta años, pasando de ser una sociedad agrícola, a convertirse en una potencia industrial. Tras la devastación sufrida en la guerra, se inició un proceso de reconstrucción e industrialización que ha llevado al país a situarse como la undécima potencia económica mundial. Si en la década de los 60 del pasado siglo se desarrolló una industria ligera e intensiva en mano de obra, en los 70, el relevo lo cogió la industria pesada (siderúrgica, química, construcción naval…). La década de los 80 vio el nacimiento de la industria de bienes de consumo (automóviles, electrodomésticos…), y en los 90 y en lo que llevamos de siglo, Corea se ha revelado como una potencia en el ámbito de la electrónica y de los semiconductores y sus empresas automovilísticas, electrónicas o navales se han convertido en líderes mundiales en sus sectores. Actualmente Corea del Sur cuenta con una población de 48 millones de habitantes y un GNI per cápita según el Banco Mundial [1]próximo a los 16.000 dólares (el de España supera los 25.000). Su tasa de crecimiento en los últimos años, una vez superada la crisis asiática de 1997-98, viene rondando el 4%-5%, y su inflación y el resto de sus variables macroeconómicas, se encuentran muy ajustadas.


En cuanto a las relaciones comerciales con España, el balance no puede ser más desolador. En los once primeros meses de 2006, las importaciones coreanas sumaron 3.536 millones de euros, mientras que las exportaciones españolas fueron de 450 millones; esto sitúa nuestra tasa de cobertura en el 12%. Mientras que Corea nos exporta automóviles, equipos electrónicos o maquinaria, España le vende aceite de oliva, productos agroalimentarios, componentes del automóvil o pavimentos cerámicos. Y en paralelo a la visita presidencial, se ha celebrado Expo Korea 2007 [2], una feria de productos coreanos en el Palacio de Deportes de Madrid. Ayer la visité y la impresión que me llevé fue excelente. También quiere extender su influencia al ámbito cultural y este año es el país invitado en ARCO [3], la feria de arte contemporáneo que se celebra en Madrid en estos días. Además, al igual que hará China el año que viene, ha querido impresionar al mundo organizando grandes eventos deportivos (los Juegos de Seúl en el 88, el Mundial de 2002) o económicos (la Expo de 2014 se celebrará allí).

De alguna manera, Corea ha seguido los pasos dio Japón con un par de décadas de retraso. Y hoy en día, China está haciendo lo mismo que hizo Corea hace un par de décadas. Es decir, los países del sudeste asiático, en pocos años, están pasando de ser sociedades agrícolas, a convertirse en potencias industriales y comerciales. Mientras tanto, en Latinoamérica las cosas apenas varían. La mayor parte de las exportaciones que hace la región siguen siendo, al igual que hace cincuenta años, materias primas o manufacturas basadas en recursos. ¿Qué lección deberíamos sacar de ello?